Hace ya meses, alguien de mi Facebook publicó las siguientes imágenes:
En la primera, sale una foto del dragón y el niño de la película "Neverending story". En la parte posterior de dicha foto, la frase: La historia que nunca acaba, cuando eres un niño.
En la segunda foto, hay un cubo de ropa sucio inmensamente lleno. La frase que lo describe, es la siguiente: La historia que nunca acaba, cuando eres un adulto.
Como persona adulta, por supuesto, me siento totalmente identificada con la segunda imagen. Cuando programo una lavadora, y he podido meter en ella toda la ropa sucia del cubo, me siento como una niña con zapatos nuevos al contemplar un milagro, es decir, el cubo de la ropa sucia vacío. Pero mi gozo se extingue al cabo de pocos segundos, cuando uno de mis dos churumbeles, sin darse cuenta de mi estado de excitación extrema, vacían dentro de dicho cubo la ropa que han usado para practicar cualquiera de sus deportes favoritos.
Si, mi gozo en un pozo.
Aunque, para mi contento, vivo en un país dónde las lavadoras son enormes, y tengo la dicha de que en dichas máquinas, la cantidad de ropa que les cabe dentro es enorme. ¡Qué alegría!¡Qué buen mundo!¡Qué desazón!
Siendo niña, nunca pensé que el tamaño de la lavadora podría importarme. Pero de adulta, debo decir que los grandes tamaños de las lavadoras americanas me han ahorrado bastante trabajo.
Si, decididamente, en este tema, el tamaño también importa.
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