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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Los canelones de la abuela

Navidad . Cuando era pequeña, yo sabía que se acercaba la Navidad porque mi abuela y mi madre estaban largas horas en la cocina preparando los canelones. Mi hermana y yo nos escabullíamos dentro de la cocina y, armadas con una cuchara, engullíamos un poco del relleno de los canelones, justo antes de que mamá o la abuela nos dijeran que eso estaba terminantemente prohibido. ¡Pero es que estaba tan rico...!¡Y reconozco que nos divertíamos incumpliendo las reglas establecidas en casa (nota mental: no compartir este párrafo con mis hijos)! Llegado el día de Navidad, lo que mi madre y mi abuela habían tardado horas en cocinar nosotros nos lo zampábamos en un santiamén. ¡Y lo deliciosamente sabrosos que estaban los canelones de mamá! Los años pasan, y los canelones de mamá han pasado a ser los canelones de la abuela. Esa abuela que se desvive por sus nietos y que los espera con emoción para estas fechas navideñas, en las que todos intentamos estar en casa, cruzando mares y océanos par

Papás, Star Wars y niños

Cuarenta años. Casi. Los que éramos niños hace la friolera de cuatro décadas ya, disfrutamos en aquel momento con la primera entrega de la saga Star Wars , o de la Guerra de las Galaxias , tal y como yo la conocía antes de llegar a Massachusetts. Los entonces niños en aquel tiempo muy, muy lejano, alucinamos con las espadas de luces, la voz maléfica de Darth Vader, las frases del maestro Yoda, lo guapo que era Luke Skywalker, las trenzas en forma de ensaimada de la princesa Leia, el pasotismo de Han Solo, la gracia de R2D2 y la tecnología del Halcón Milenario y la Estrella de la Muerte. Todos los niños de aquel entonces coleccionamos cromos con imágenes de las películas, los niños simulaban ser Luke Skywalker y las niñas nos imaginábamos un mundo de color de rosa siendo la princesa Leia. Pasó el tiempo, y unos veinte años después, cuando los pequeñajos de aquel entonces ya no teníamos ni acné, nuestro primer trabajo nos trajo el segundo y el tercero, y la casa de nuestros padres

Las abuelas y las redes sociales: Whatsapp

Tenemos una tía abuela que se desvive por nuestros hijos. Y desde que estamos en Massachusetts, ha decidido, a sus más de setenta años, ponerse al día con el tema de las redes sociales .  Skype y Whatsapp ya son herramientas que domina y con las cuales tenemos conversaciones más o menos divertidas y casi siempre desconcertantes.  Whatsapp es la vía de comunicación más fluida y con la que nos liamos muchas veces, aunque siempre es gratificante encontrar a la tía abuela al otro lado de la línea. Pongo algunos ejemplos de comunicación a través del Whatsapp en la que no siempre se ha llegado a un entendimiento por las dos partes: Tía abuela : "Qwjrd." Yo : "OK, mensaje en clave. Intento descifrarlo pero no lo consigo." Tía abuela : "¿no te va el guaps? no me dices nada." Yo, al cabo de muchas horas : "El Whatsapp funciona, pero no he podido contestarte antes." Tía abuela : envío de una foto de mi sobrino pequeño, aunque la fot

La trituradora

Mi secreto mejor guardado hasta la fecha: la trituradora es ese objeto escondido dentro del fregadero que me da pavor. Si, PAVOR, MIEDO TERRIBLE con mayúsculas. Pongámonos en situación: - Acabamos la comida. - Pido a mis dos churumbeles que quiten sus platos de la mesa. - Pido otra vez a mis niños queridos que quiten por favor los platos de la mesa. - Grito a mis hijos amados que saquen ya de una vez sus platos de la mesa. - Una vez conseguida la tarea más ardua, llega el momento esperado por cualquier mujer: ponerse delante del fregadero a lavar los platos. - Intento poner dentro del lavavajillas todo lo que encuentro en el fregadero. Todo. Apilado. - Llega mi amantísimo marido y racionaliza lo que he puesto dentro del lavavajillas para un óptimo lavado. - Oséase, que devuelve al fregadero la mitad de los cachivaches que debo fregar si o sí, sin excusas. - Friego la maldita cazuela, vasos y algún plato que debía haberse quedado dentro de la máquina de lavar.

Positivizando

He decidido publicar un listado de cosas que me gustan de Massachusetts.  Me encantaría saber si alguien comparte alguno de los puntos que ahora mismito menciono, dondequiera que sea el trocito de mundo donde vive. Y se me ha ocurrido lanzar la campaña "POSITIVÍZATE", para que todos contemos aspectos negativos de donde vivimos, pero en plan positivo. Seguro que encontramos muchas situaciones que en principio no son chulas, pero a las que conseguimos darle la vuelta y disfrutarlas. ¡Atrévete! Aquí van las mías: - En países calurosos, poco después de hacer la compra y ponerla en la parte de atrás del coche, debes correr para que los alimentos congelados (entiéndase pizzas, guisantes y helados) no se descongelen. Aquí en Massachusetts, con el frío que tenemos, después de la compra podría ir a dar una vuelta, recoger a los niños, irme al trabajo, pararme en un Starbucks y, al llegar a casa, la comida congelada continuaría estando congelada . Creo que esto es una p