Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio, 2019

¿Por qué no?

En Massachusetts, anualmente, debes pasar de forma obligatoria una revisión de tu coche. Hay muchos puntos de revisión disponibles, generalmente en gasolineras, donde, sin cita previa, aparcas tu coche y, mientras esperas pacientemente unos quince minutos, te revisan algo (vete tú a saber el que), y, previo pago, te confirman lo que ya sabes, es decir, que tu coche está en buenas condiciones, puesto que si no lo estuviera, ya lo habrías llevado al mecánico. Te cambian, eso si, el adhesivo que tienes enganchado en la parte delantera del coche, y así cada año vas cambiando de color. Todo muy bonito. Y, como tantas otras cosas, te guste o no, esto es de obligado cumplimiento, con lo que no te queda otra que hacerlo. El otro día yo pasé mi revisión. Me paré por casualidad en una gasolinera a la que no acostumbro a ir, puesto que los precios son más caros que otras del alrededor, y me atendió un chico risueño. Me ayudó a encontrar los papeles que necesitaba para la revisión, y que yací

Tuve un sueño

Soñé que estaba sentada en un banco de madera contemplando un precioso lago repleto de nenúfares. Delante de mi, unos niños traviesos y simpáticos ponían gusanos de cebo en sus cañas de pescar, intentando a veces con éxito, una presa brillante y viscosa. Al cabo de un rato, en mi sueño, aparecían otros niños, de tez más morena que los anteriores y que, sin conocerse de nada, intercambiaban experiencias propias en el mundo de la pesca. El padre de los últimos niños se quedaba sentado en la hierba, a unos metros de mi. Al rato, escuhaba una música armoniosa. Cuando me giré para descubrir de dónde provenían las notas, descubrí a una anciana de rasgos asiáticos que caminaba lentamente por un caminito cercano a dónde yo estaba sentada. Y mientras andaba, entonaba unos cánticos placenteros y para mi totalmente desconocidos. Soñé que unos amigos de aquél papá sentado en la hierba aparecían de la nada y se sentaban con él, pero que a veces se encaramaban a los árboles para desenredar el hilo

La moda infantil

Pajama day, oséase, el día del pijama. En la escuela, mis hijos, junto con todos los compañeros de la clase, ganan "pajama days". O porqué han acabado una etapa, o porqué como equipo han realizado un sinfín de tareas adecuadas, o por... por lo que sea. El gran premio es ir vestidos a la escuela en pijama, con su peluche preferido, y listos para disfrutar de un día con pocas actividades académicas y muchas de lúdicas.  Hace poco, mi hijo pequeño tuvo un Pajama day. Y ni corto ni perezoso, se dirigió a la escuela en pijama, acarreando su peluche preferido dentro de la mochila. Al acabar el día, fuí a buscarlo para una visita que teníamos programada al médico. En el coche, le dije que se pusiera la ropa que le había traído. "No, mamá, no quiero cambiarme." Claro y simple. Oséase, que nos dirigimos a Boston, mi hijo en pijama. Y no uno cualquiera. No uno de discreto, de colores apagados, no. ¡El de los dinosaurios! ¡Bendita moda americana inexistente!

de guiris y de americanos

Desde pequeñita, en mi tierra patria, siempre me había reído de los turistas extrangeros que se paseaban con chancletas y calcetines por los pueblos marítimos en los que yo estaba acostumbrada a veranear.  "¡Vaya guiris!" Comentábamos divertidos familiares y amigos, cuando oteábamos a un turista despistado que no pasaba desapercibido, con la cámara fotográfica colgando de su cuello, lamiendo un helado de cucurucho y con pantalones cortos, calcetines y sandalias.  "¡Este no engaña!" Pero el tiempo pasa. Las costumbres de los guiris no han cambiado, al menos que yo sepa. Lo que si que es diferente, es la cultura en la que crecen mis churumbeles. Si, éstas atrocidades de vestimenta de los guiris, no son raras para nada hoy en Massachusetts, entre los miembros de mi família. Mis hijos se pasean sin pudor pro las calles de nuestra localidad, con chancletas y calcetines (y si los calcetines son de color diferente, no pasa nada, tampoco). Y yo, acostumbrada a una