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Mostrando entradas de mayo, 2018

Ejercicio de madre. Clases gratuitas

Cuando alguien me pregunta si practico algún deporte, mi respuesta es afirmativa. Cuando me preguntan qué deporte practico, les digo la verdad: tengo dos hijos. Esto debería contar como deporte semi-olímpico como mínimo. Como algún escéptico no cree que tener dos hijos sea un deporte, aquí dejo una serie de ejercicios diarios que sirven como clases de gimnasia para el más incrédulo, y que voy a describir de manera totalmente gratuita: - ejercicios de las cuerdas vocales . Este es el músculo que tengo más ejercitado en todo mi cuerpo. Me paso el día gritando a mis hijos para que hagan los deberes, ordenen su habitación, recojan su ropa, cenen, pongan la mesa, se laven los dientes y vayan a la cama. Los gritos van acentuándose a medida que pasa el tiempo, puesto que mis hijos cada vez me hacen menos caso. Tengo calculado que a los sesenta ya tendré voz de soprano y triunfaré en la ópera (mi objetivo: Milán). - ejercicios de espalda.  Mis hijos ayudan enormemente a la actividad diaria

He averiguado la verdad

Good job . Traducción literal: buen trabajo, por supuesto. Cuando vives en Estados Unidos, no te cansas de escuchar siempre lo mismo. Good job . En muchas de las circunstancias de la vida, puedes escuchar esta frase alentadora. Pero atención, si tienes hijos, la audición de esta frase dirigida a tus retoños está impregnada en tu día a día. Cualquier cosa que hace un niño acaba con un good job del maestro, de la madre, del abuelo o del vecino. ¿Que el pequeño ha acabado la merienda? Good job. Buen trabajo. ¿Que se ha limpiado los dientes? Good job. Buen trabajo. ¿Que viene de jugar un rato en el jardín de los vecinos? Good job. Buen trabajo. Pero atención , porque good job se utiliza en situaciones donde yo no tengo interiorizado que lo que acabamos de hacer sea un buen trabajo. ¿Que el niño no ha tocado la pelota de baseball que el pitcher acaba de lanzarle? Good job. ¿Que el niño evita la pelota inclinando el cuerpo y pasando de batear? Good job. ¿Que el niño no hace

Superpoder

Tengo muchas amigas con superpoderes. Una de mis mejores amigas, cose cualquier tipo de tela y la puede transformar en buffs, bolsas de playa, estuches de lápices, marcadores de libros. Otra de mis amigas, es una apasionada de la cocina y enseña con paciencia infinita a que su peque mezcle los huevos con la harina para fabricar algo comestible. Otra amiga, transmite la pasión por la naturaleza a sus hijos, y sus acampadas en la montaña son espectacularmente bonitas. Mi superpoder es el de estar en dos sitios a la vez. ¿Que cómo lo hago? ¿Teletransportación?¿Paro del tiempo? Bueno, casi casi, aunque a veces no sé ni dónde me encuentro. Mis hijos han desarrollado, por suerte, aficiones distintas el uno del otro, con lo cual sus actividades extraescolares no coinciden ni en espacio ni en tiempo. Pero, eso si, coinciden en día. Los días de las dos aficiones, su madre amantísima, oséase mi menda, debe c onducir su utilitario, cargado con el hijo mayor y su habituallamiento deportivo ha

Miel

La primera vez que escuché la palabra honey (miel), sin que se hiciera referencia al producto proveniente de las abejas y objeto del deseo de los osos más golosos, fué en New York. En uno de mis viajes hace tiempo a una ciudad que me tiene enamorada, la chica que nos tomaba el pedido en un pequeño bar de Tribeca me dijo: ¿Y tú que és lo que quieres, honey? ¿Yo, miel?¿Miel de qué? Me encantó que alguien me comparara con un líquido dulce del color del oro viejo, pero no salí de mi asombro. Ahora que ya hace tiempo que vivo en Massachusetts, estoy acostumbrada a escuchar que mis amistades y mis compañeras de trabajo se acercan a mi tratándome de miel. ¡Incluso yo digo miel a mis amistades o a mis compañeras de trabajo! Atrás quedan mis palabras para mostrar afecto, tales como cariño (sentimiento), corazón (parte del cuerpo que simboliza toda la ternura), amor mío (explícitamente amor en mayúsculas), guapa (por dentro y por fuera). Cerca de Boston, al hablar con la persona a quién