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Mostrando entradas de diciembre, 2019

La creación de Billy

Ha nevado.  Todo mi entorno es blanco. Blanco nuclear.  Los árboles cubiertos de nieve, el suelo cubierto de nieve, las casas cubiertas de nieve. Las máquinas quitanieve pasan muy de vez en cuando por nuestra pequeña calle.  ¡Vamos a fabricar un muñeco de nieve! Nos vestimos para la ocasión: Nos ponemos ropa cómoda, y la cubrimos con: -pantalones de nieve, -anorac, -buff, -gorro, -guantes, -botas, (mis pequeños añaden gafas de esquiar, puesto que saben que la fabricación del muñeco llevará irremediablemente a una guerra de bolas de nieve). Así vestidos, como si de un muñeco Michelin gigantesco se tratara, salimos a la calle sin poder doblar excesivamente nuestras articulaciones.  Empiezo a recoger nieve de mi alrededor, y sólo consigo una masa uniforme que me cuesta trabajo agrandar. "¡No, mamá, así no!" Me corrige mi pequeño. "Tienes que hacer una pequeña bola de nieve, y luego hacerla rodar por el suelo." ¡Y este renacuajo qué

Blanca Navidad

Por la radio, escuchaba una canción, dónde la cantante deseaba que sus navidades fuesen blancas. No he podido evitar sonreír. Seguro segurísimo que ningún habitante de Massachusetts ha escrito esta canción. Seguro que la cantante es de california y, vestida con bañador, tumbada en una toalla mientras el astro sol la seca después de un chapuzón, ha tenido la salvaje idea de pedir navidades blancas. Aquí, en Massachusetts, el paisaje de invierno acostumbra a ser tan blanco nuclear, que lo raro sería que las navidades no fuesen blancas. Durante las primeras nieves, mi família, que vive al otro lado del océano, en un lugar donde la nieve es tan extraordinaria como para la chiquilla en bañador de la susodicha canción, mi família me pide que les muestre el paisaje. Así lo hago, mientras puedo ver sus caras de asombro y sus voces exclamando maravilladas lo bonito que es el entorno. Si, es verdad. Contemplar la nieve caer es precioso. De verdad. Ver cómo se posa en todas los recondijo

Rojo que te quiero rojo

Navidad. Cenas de empresa, comidas con famílias propias y de compañeros... todos bien arregladitos para disfrutar sin las presiones del trabajo. Mis hijos incluso se han vestido (obligados bajo amenaza de quedarse un buen rato sin sus malditos aparatos electrónicos) sin sus camisetas y pantalones deportivos. Usan una camiseta que nos han hecho creer a pies juntillas que no es para nada deportiva, y unos tejanos, que son sus pantalones para las ocasiones más formales (¡ay, cuando pienso en mi infancia repleta de cuellos bordados, vestiditos de colores pálidos y un lazo en la cintura! Quizá por este motivo les permito su uso inadecuado de la definición de ropa de vestir). Las deportivas, pero, continúan envolviendo sus pies cada vez más enormes y de olor dudoso. En una de estas fiestas navideñas, arreglados para la ocasión, puedo observar que los más pequeños, niños y niñas entre uno y diez años, van ataviados con ropa de color rojo. Quedo embelesada observando a dos hermanitas, las

Snow day

Diciembre y primer snow day, es decir, primer día de nieve. A las cinco de la mañana, ya he recibido un correo electrónico, una llamada telefónica y un mensaje de voz de la secretaria del distrito escolar, indicándome que las escuelas públicas permanecerán cerradas debido a la tormenta de nieve que asola nuestro territorio. Lo que ya nos temíamos. Las noticias y las previsiones meteorológicas instruyen adecuadamente a los habitantes de Massachusetts, con lo cual la nevera contiene los alimentos necesarios para pasar la susodicha tormenta. Ya estamos acostumbrados. Mientras los más precavidos y todos los estudiantes nos mantenemos calentitos en nuestro hogar, sólo algunos osados y todas las quitanieves están en las calles, sacando la nieve que se ha posado en el suelo. Con una taza de te humeante en la mano, me dirijo hacia la ventana, para contemplar cómo el paisaje va cambiando, poco a poco. Los copos de nieve van cayendo lentamente, como si la fuerza de la gravedad no fues

Yo soy de aquí

Pongámonos en situación: Massachusetts, invierno . Temperaturas de cero grados centígrados por la mañana (32 F). Si, ciertamente no son las temperaturas a las que estábamos acostumbrados años atrás, donde los números negativos reinaban en el termómetro. Pero aún así, cero grados centígrados es frío. Para cualquier mortal. En cualquier parte del mundo. Mi pequeño que ya no es tan pequeño, pregunta la temperatura a Alexa, y esta le responde que hoy estaremos entre los treinta y los cincuenta grados Fahrenheit (oséase, entre los cero (0) y los diez (10) grados centígrados). Y muy convencido, mi pequeño y yo tenemos la conversación que sigue: Pequeño: Mamá, hoy hará calor, voy a ponerme pantalones cortos. Yo: ¡Ni lo sueñes, estamos a temperaturas casi negativas! Pequeño: ¡Pero vamos a llegar a cincuenta! Yo: ¡Esto es frío! Pequeño: Mamá, yo ya soy de aquí, y me he acostumbrado al frío. No lo siento. Tengo calor a cincuenta. Después de este tira y afloja, no voy a reproduci