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Mostrando entradas de enero, 2020

Luciérnagas humanas

En mi infancia, las luciérnagas que recuerdo estaban en un cuento ilustrado por Constanza. Una niña conduciendo (ahora la habrían detenido), tenía un accidente y su coche impactaba contra un árbol (ahora dirían que es sexista (y seguramente tendrían razón)). Con el impacto, las luces del coche quedaban hechas añicos, y la pobre niña lloraba, puesto que se había quedado a oscuras en mitad de un bosque (en los cuentos actuales, seguramente un zombi se la comería, pero por aquél entonces esos seres maravillosos que copan los libros políticamente correctos de mis hijos aún no existían). En cambio, quienes sí aparecían eran una pequeñas luciérnagas que, voluntariamente, se ponían dentro de las luces y le permitían llegar a casa sana y salva (ahora diríamos que eso es violencia animal). En mi juventud pude contemplar luciérnagas reales, pero no en muchas ocasiones. Recuerdo que las últimas las vi en Harlem, mientras regresábamos de un espectacular concierto. Ahora, lo que puedo contempl

El camino de baldosas rojas

Como si de una Dorothy con zapatos de charol rojos cualquiera se tratase, los turistas de Boston no pueden dejar de visitar los lugares más emblemáticos de la ciudad siguiendo las baldosas rojas que empiezan en el Boston Common. Si en un principio se trataba de descifrar la ruta que Paul Revere siguió de noche, para alertar a los colonos que los británicos llegaban en tropel para atacarles, lo cierto es que estos adoquines te llevan a lugares históricos y emblemáticos de la ciudad. Entre otros lugares, podemos admirar el edificio del gobierno de Massachusetts; el cementerio donde está enterrado algún presidente de los Estados Unidos y algunos de sus familiares; la primera capilla anglicana; la escuela más antigua de América, la Boston Latin School; la casa de reunión del tea Party, dónde empezaron los discursos para conseguir la independencia americana; el sitio de la masacre de Boston; Faneuil Hall, reconvertida en un espléndido lugar para comer, pasear, y escuchar música en directo;

El Trader Joe's del buen rollo

Aunque mis compras para rellenar la nevera acostumbran a ser en el Market Basket, dónde la relación calidad-precio es más que aceptable para mi bolsillo, debo decir que me encanta ir de vez en cuando al trader Joe's de la esquina a comprar cualquier nimiedad. Siempre salgo de buen humor de esta tienda, más pequeña que un supermercado normal, con menos opciones de compra y con productos más caros. ¿Por qué? Es más acogedora.  Te da la bienvenida con flores naturales de todos los colores, y paseándote por entre sus estantes hueles a canela y a calor de hogar. Hay muchos productos preparados, de diferentes culturas culinarias, preparados hasta el punto casi final, para que los humanos reticentes a cocinar realicemos el mínimo esfuerzo para poder degustar una comida sabrosa y sana, sólo calentándola en el horno o en el microondas. Sin ir más lejos, en casa somos fans de un pollo Tikka Massala precocinado, de unos rollitos de pasta de hojaldre con cebolla y bacon, y de un hum