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Mostrando entradas de noviembre, 2018

Los paraguas son para el verano

Vivo en Massachusetts. Es primavera. No llueve. Las flores empiezan a salir y los árboles se tiñen de todos los colores.  Paseo por la calle. El sol se muestra para taparse a los cinco minutos, para volver a salir a los diez minutos.  Llueve. Al cabo de cinco minutos ya no llueve.  Una mujer camina en dirección contraria a la mía, con lo cual nos vamos acercando. Nos sonreímos, ¡Que pase un buen día! Vivo en Massachusetts. Es verano. No llueve. El calor aprieta. Paseo por la calle. El sol se muestra en todo su esplendor, el cielo es azul, los pájaros cantan, los árboles están cubiertos de un verde intenso y la gente pasea por las calles con zapatillas de playa. Una mujer camina en dirección contraria a la mía, con lo cual nos vamos acercando. Observo que lleva un paraguas para cubrirse del astro sol, ese astro que nos da la vida y mira tú por donde, ahora se nos dice que hay estudios indicando que sus rayos son perniciosos. Vivo en Massachusetts.

El maravilloso mundo del teatro escolar

Mi hijo mayor me convenció para que el pasado fin de semana fuésemos a ver una obra de teatro, en el teatro de su escuela, y protagonizada por muchos de sus amigos. Como no se me ocurrió nada que pudiese contrarestar dicho evento, me vi en la obligación de acceder a tan apasionante plan. Así que fuimos. Sin muchas ganas por mi parte, pero nos dirigimos con semblante contento a la escuela. Pagamos religiosamente la entrada, y para mi sorpresa, al entrar en el teatro, comprobé azorada que casi no había asientos libres. Mi mayor se sentó en un asiento libre en la primera fila, y cuando ya se habían apagado las luces, mi pequeño y yo nos sentamos en los otros únicos asientos libres, al lado de dos viejecitas entrañables, en los asientos reservados para gente incapacitada.  ¡Empieza el espectáculo! Un montón de chavales disfrazados llena el escenario. Sus voces, sus cantos, sus gestos,... todo necesita muchas más horas de dedicación, de ensayo. Ninguna de las coreografías funciona a la

Pot luck

Unos amigos nos invitaron a su casa. ¿Cómo nos invitaron? Usando Evite, un programa que te permite realizar de forma fácil una invitación a partir de unas plantillas determinadas, y enviarla usando internet a los contactos que escojas. ¿Qué nos proponían en la invitación de Evite? Un Pot luck. ¡Ajajá! ¿Y qué es un Pot luck? Pues todos los invitados deben traer algo para comer. Los host, los anfitriones, ponían su casa a disposición, tenían utensilios, platos, mesas, sillas... Y los invitados llegamos cargados con bolsas y platas de comida. Todos al llegar, abríamos nuestras bolsas y poníamos nuestros platos en la isla de la cocina, que la anfitriona se ocupaba de arreglar para que todo quedase perfecto. Además, el Pot luck en cuestión era multicultural, con lo cuál pudimos degustar samosas caseras de un chico de ascendencia india, hummus delicioso de unos marroquíes, dulces italianos, crema catalana, pollo al horno macerado en salsa,... toda la isla de la cocina se o

De cintura para abajo

Érase una vez que el Dios Papakinmalkefa, tranquilamente sentado en una espléndida nube de colores rojizos, estaba mirando hacia abajo, contemplando a los habitantes de New England. Era invierno, y por aquellos lares, el frío y el viento se aliaban con fuerza para azotar a los pobres hombres y mujeres que ocupaban aquél lugar. El Dios Papakinmalkefa se compadeció de ellos, y decidió fabricar una crema con la que embadurnarse el cuerpo y así no notar el frío de temperaturas negativas, llegado el invierno. El Dios fabricó la crema y cogió al azar a uno de los habitantes de New England, a quién trasladó volando hasta su nube. El asombrado visitante, antes de abrir la boca, escuchó lo que Papakinmalkefa le dijo: - Hola, humano. Soy el Dios Papakinmalkefa. He comprobado que en vuestras tierras el frío apremia, y me he compadecido de vosotros. He preparado este ungüento para que te embadurnes todo el cuerpo. Así, de este modo, tu y tus descendientes nunca más notaréis el frío. El pobre