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Mostrando entradas de enero, 2019

Paciencia americana

A las cinco en punto, acudo diligentemente a buscar a mi retoño pequeño no tan pequeño, de su clase semanal de arte. Se realiza en el basement (el sótano) de una profesora de escuela primaria que dedica su tiempo después de las clases en la escuela pública, a dar más clases privadas. Desde este modesto blog, toda mi admiración. Pues bien, los otros churumbeles van marchándose, de la mano de sus ajetreadas madres, pero el mío está terminando su obra de arte, que hoy consiste en la cara de Spiderman, tarea arduo complicada por tratarse de una cantidad de telarañas entremezcladas con precisión. - Vamos, corazón, es hora de irse, le digo yo, usando mi voz de mamá dulce. Caso omiso. Continúa dibujando las telarañas. - Venga, es tarde y eres el último, le digo al cabo de pocos segundos, con voz de mamá abnegada pero con un poco de prisa. Ni caso. Lápiz arriba y abajo, cabeza volcada en su dibujo terañil. - ¡He dicho que tenemos que irnos! Ya está, ya me ha salido mi voz verdader

La próxima celebración la descubres en las tiendas, no en tu corazón

¿Que estamos en vísperas de Halloween y no sabes cual es la próxima celebración nacional? Tranquilo, acércate a un Target, Marshalls, TJMaxx o similares y solo en la entrada ya descubrirás los artículos necesarios para celebrar Thanksgiving. ¿Que después de Thanksgiving no sabes la que se avecina? Buena, ésta es un poco difícil. En Massachusetts tenemos Navidad y Hanukkah, a cada cual más popular en función de la situación religiosa o más bien tradicional que impere en tu hogar. Y en las macrotiendas mencionadas anteriormente, repletas de productos innecesarios, pero que con un marketing feroz a base de etiquetas con el precio actual y el precio anterior, te piden a gritos que compres todas las gangas que tu tarjeta de débito puede aceptar, sabes que estás en buenas manos. Puedes comprar árboles, decoración variopinta y una cantidad interminable de productos hogareños, con las fiestas de marras impresas hasta la saciedad.  ¿Y después de las Navidades? Pues esta es buena. Aquí hay

Los tacones no son para Massachusetts

Definitivamente. Decididamente. Los tacones no tienen cabida en estas tierras nevadas y heladas.   Recuerdo una de las últimas veces que calcé unos tacones de vértigo, más de un año atrás. Unos amigos nos habían invitado a cenar a su casa, y yo, muy pizpireta, me había enfundado en un vestido ajustado que marcaba mis michelines protuberantes de forma elegante, y me había calzado unos zapatos negros de charol de tacón demasiado alto, por eso de que así se me estilizaba la figura. Craso error, por supuesto. acostumbrada como estoy a usar zapatillas de deporte o botas, los tacones se entrometían en mi bienestar físico y psíquico. Mi bienestar físico peligraba, puesto que ya del coche a la puerta de entrada de la casa de nuestros amigos, mis andares no eran precisamente aprincesados. Más bien parecía un pato mareado. Y mi bienestar psíquico peligraba, puesto que mi incomodidad física evitaba que pasase un buen rato de pie, ya que mi cerebro se quejaba contínuamente a mis piernas y a mis

Comprar con un clic

Todo. Todo lo que se me ocurre puede comprarse en Estados Unidos a través de un clic, tumbado tranquilamente en tu cama, a las diez de la noche, o incluso de madrugada. Todo. Hace pocos días, asistí a un evento con más de un centenar de personas. El profesor había preguntado el porcentaje de cosas que comprábamos por internet. Mi asombro fué mayúsculo, cuando prácticamente la totalidad de la gente contestó que más de un noventa por ciento de sus compras son a través del ordenador. O de la tablet. O del teléfono. Antes de llegar a Estados Unidos, yo no compraba nada por internet. Nada de nada. Y ahora, cada vez me voy acostumbrando a comprar más y más, tranquilamente sentada en mi sofá, contemplando y escogiendo lo que deseo (o lo que desean que desee), a través de la pantalla. Es fácil. Aunque demasiado fácil, y te cuesta controlar muy mucho entre lo que deseas y lo que necesitas, llegando a comprar mucho más a través de deseos que de necesidades. Otra cosa que también generó