Ir al contenido principal

Comprar con un clic

Todo. Todo lo que se me ocurre puede comprarse en Estados Unidos a través de un clic, tumbado tranquilamente en tu cama, a las diez de la noche, o incluso de madrugada. Todo.
Hace pocos días, asistí a un evento con más de un centenar de personas. El profesor había preguntado el porcentaje de cosas que comprábamos por internet. Mi asombro fué mayúsculo, cuando prácticamente la totalidad de la gente contestó que más de un noventa por ciento de sus compras son a través del ordenador. O de la tablet. O del teléfono.
Antes de llegar a Estados Unidos, yo no compraba nada por internet. Nada de nada. Y ahora, cada vez me voy acostumbrando a comprar más y más, tranquilamente sentada en mi sofá, contemplando y escogiendo lo que deseo (o lo que desean que desee), a través de la pantalla.
Es fácil. Aunque demasiado fácil, y te cuesta controlar muy mucho entre lo que deseas y lo que necesitas, llegando a comprar mucho más a través de deseos que de necesidades.
Otra cosa que también generó mi asombro fue que hay gente que alquila la ropa que se pone. Por una cantidad fija mensual, tienes la oportunidad de elegir cinco vestimentas de ropa de marca, bolso incluido. Yo, que de jovencita iba a la modista que nos cosía unos vestiditos cursis y que nos poníamos hasta que se gastaban, no doy crédito a que haya gente que se pone ropa que es alquilada. ¡Es que las nuevas tendencias parece que no están hechas para mi!
Reconozco que el cambio va más deprisa de lo que yo quisiera.


Comentarios

Entradas populares de este blog

De como el ratoncito conoció al elfo

"¡Mira, mamá!" me dice mi pequeño orgulloso, mostrándome una pequeña caja de plástico azul en forma de baúl. "¡El diente que se me movía se me ha caído durante la comida en el cole!". Pues veremos lo que te trae esta noche el Ratoncito Pérez. En casa, aunque en Massachusetts, intentamos mantener las tradiciones con las que hemos crecido mi marido y yo. En el caso de los dientes, a nuestros pequeños no los visita el hada de los dientes americana, la famosa Fairy Tooth . En nuestra casa aparece el Ratoncito Pérez, para traer algún pequeño regalito como intercambio del diente que descansa quietecito debajo de la almohada. Pero hoy mi pequeño me pide que yo misma hable con el Ratoncito Pérez y le pida un regalo inusual. "Mamá, yo quiero que el Ratoncito Pérez me traiga de regalo al Elf on the shelf ". ¿Cómo?¿Y ese quién es? Reconozco que lo he visto multitud de veces en multitud de tiendas por las que paseo para encontrar regalos innecesarios para gen

Positivizando

He decidido publicar un listado de cosas que me gustan de Massachusetts.  Me encantaría saber si alguien comparte alguno de los puntos que ahora mismito menciono, dondequiera que sea el trocito de mundo donde vive. Y se me ha ocurrido lanzar la campaña "POSITIVÍZATE", para que todos contemos aspectos negativos de donde vivimos, pero en plan positivo. Seguro que encontramos muchas situaciones que en principio no son chulas, pero a las que conseguimos darle la vuelta y disfrutarlas. ¡Atrévete! Aquí van las mías: - En países calurosos, poco después de hacer la compra y ponerla en la parte de atrás del coche, debes correr para que los alimentos congelados (entiéndase pizzas, guisantes y helados) no se descongelen. Aquí en Massachusetts, con el frío que tenemos, después de la compra podría ir a dar una vuelta, recoger a los niños, irme al trabajo, pararme en un Starbucks y, al llegar a casa, la comida congelada continuaría estando congelada . Creo que esto es una p

Concepto playa en primavera

Debo reconocer que las playas que conocía hasta la fecha y las playas de Massachusetts son radicalmente diferentes. En todo. Bueno, vamos a comprobarlo: Vamos a por las similitudes: la única similitud que he podido encontrar es en lo básico, es decir que en ambos sitios hay agua salada (supongo) y arena. Nada más. Vamos a por las diferencias: Concepto playa en primavera anterior a Massachusetts: Llegas a la playa, te descalzas y caminas por la playa, tranquilamente, hasta que llega el momento de gritar como una posesa para impedir que tus niños se metan derechitos al agua, que en primavera aún está fría. El sol te pica la cara y unas gafas de sol nunca vienen mal. Después del paseo, encuentras un chiringuito con vistas a la playa y te sientas junto a tu media naranja y padre de tus hijos, mientras disfrutáis de una cervecita muy fría, unas aceitunas y una patatitas. Escuchas el ruido de las olas al chocar contra la playa, sientes a tu marido cerca y observas como est