¿Que estamos en vísperas de Halloween y no sabes cual es la próxima celebración nacional? Tranquilo, acércate a un Target, Marshalls, TJMaxx o similares y solo en la entrada ya descubrirás los artículos necesarios para celebrar Thanksgiving.
¿Que después de Thanksgiving no sabes la que se avecina? Buena, ésta es un poco difícil. En Massachusetts tenemos Navidad y Hanukkah, a cada cual más popular en función de la situación religiosa o más bien tradicional que impere en tu hogar. Y en las macrotiendas mencionadas anteriormente, repletas de productos innecesarios, pero que con un marketing feroz a base de etiquetas con el precio actual y el precio anterior, te piden a gritos que compres todas las gangas que tu tarjeta de débito puede aceptar, sabes que estás en buenas manos. Puedes comprar árboles, decoración variopinta y una cantidad interminable de productos hogareños, con las fiestas de marras impresas hasta la saciedad.
¿Y después de las Navidades? Pues esta es buena. Aquí hay una disyuntiva interesante. Cuando entras por la puerta de bienvenida del Marshalls, (debo decir que es mi tienda preferida) encuentras una cantidad inagotable de ropa deportiva. Con ello los queridos amos benefactores de la tienda nos lanzan el mensaje subliminal de que debemos perder todos los kilos que hemos aumentado durante las opulentas fiestas de acción de gracias, y de Navidad para los cristianos o de Hanukkah para los judíos. Si, sabio consejo que yo misma sé que debo seguir, pero que tampoco este año encuentra cabida entre mis propósitos de año nuevo.
Cuando, después de un rato de fisgoneo por entre los leggins ajustados y las camisetas de los Patriots, superas la primera fase de la tienda, ya encontrarás más de una, de dos y de tres pistas para la próxima celebración: ¡El día de San Valentín! Los estantes se convierten en almacenes que albergan los objetos más variopintos de color rosa, desde un portalápices hasta un edredón; o tarjetas de felicitación deseando amor infinito; y almohadas con frases que ni el mismísimo Lord Byron habría formulado mejor. Todo, todo se vuelve rosa. Porqué la vida en America es de color de rosa. Como mínimo, la que te predican en los grandes almacenes.
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