En Massachusetts, anualmente, debes pasar de forma obligatoria una revisión de tu coche. Hay muchos puntos de revisión disponibles, generalmente en gasolineras, donde, sin cita previa, aparcas tu coche y, mientras esperas pacientemente unos quince minutos, te revisan algo (vete tú a saber el que), y, previo pago, te confirman lo que ya sabes, es decir, que tu coche está en buenas condiciones, puesto que si no lo estuviera, ya lo habrías llevado al mecánico. Te cambian, eso si, el adhesivo que tienes enganchado en la parte delantera del coche, y así cada año vas cambiando de color. Todo muy bonito.
Y, como tantas otras cosas, te guste o no, esto es de obligado cumplimiento, con lo que no te queda otra que hacerlo.
El otro día yo pasé mi revisión. Me paré por casualidad en una gasolinera a la que no acostumbro a ir, puesto que los precios son más caros que otras del alrededor, y me atendió un chico risueño. Me ayudó a encontrar los papeles que necesitaba para la revisión, y que yacían en mi guantera, junto con otros papeles y algunos CD's que a día de hoy aún suenan en mi coche, y me dijo que me esperase unos minutitos para que ellos pudieran hacer su trabajo. Todo esto con una sonrisa. Al cabo de diez minutos, el chico me avisa de que la revisión había finalizado, y me indica que debo ir a pagar dentro de la pequeña tiende cita. Me recibe otro muchacho de cara alegre, y me dice que he superado la prueba (cosa que ya sabíamos todos de antemano). Pago fielmente y, con curiosidad, le pregunto:
"¿Por qué todos los que trabajáis en esta tienda estáis felices y alegres?"
A lo que él me responde:
"¿Por qué no?".
Pues eso.
Y me voy, con mi coche revisado, y una sonrisa en los labios.
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