"Cristina me ha dicho que te sigue por feisbuc o por tu blog."
"Esto del feisbuc ¿qué es?"
"Rosa me dice que está conectada al feisbuc y le gusta."
"Otra amiga mía te ha encontrado por el feisbuc."
"..."
Y así me llena mi madre los mensajes de Whatsapp, para contarme que fulanita y menganita disponen de un Facebook y que me siguen a través de esta red social o a través de mi blog.
Pero así como Whatsapp es un mundo ya conocido por mi madre y que le sirve para comunicarse conmigo, para mandarme fotos, para chivarme los cumpleaños de mis familiares de los cuales me olvidaría sin este recordatorio, el Facebook es una red social a la que aún le tiene miedo, porqué... la puede ver todo el mundo, ¿verdad?.
El verano pasado, me puse delante de su ordenador y le monté una cuenta de Facebook. Usé una de las fotos de ella muy pizpireta, con un conjuntito primaveral que se había comprado pocos días atrás. Usé otra de sus fotos con una sonrisa de oreja a oreja. Y pedí amistad a sus amigas del alma que ya deambulaban por dicha red social desde hacía bastante tiempo. Al contarle a mi madre que tenía una cuenta de Facebook, su primera reacción fue de asombro, la segunda de estupefacción y la tercera de miedo. Miedo a lo desconocido, miedo a quién puede verme sin que yo lo quiera. Le conté por enésima vez que Facebook era una red social que usaba muchísima gente, que servía para saber (bueno, seamos sinceros, para cotillear) de la vida de otros y para enseñar al mundo lo que a ti te apetecía, nada menos ni nada más. Y así, medio convencida se me quedó la mujer. Las dos fisgoneamos un ratito por el Facebook de sus amigas y a ella le temblaban las manos de emoción y de curiosidad al descubrir fotos de conocidos y familiares que mostraban el lado alegre, generalmente, de la vida.
Al cabo de un par de horas, pero, recibo una llamada de teléfono de mi progenitora. ¡Que raro! Desde que se ha acostumbrado al Whatsapp, casi nunca recibo sus llamadas, siempre recibo mensajitos (a veces en código, dicho sea de paso), contándome eso o aquello o preguntándome si puedo llamarla. Pero no. Esta vez era una llamada. Con lo cual descolgué enseguida para escuchar ipso facto su sentencia:
"Tienes que borrarme del feisbuc inmediatamente!"
¿Pero por qué? Pensé que te lo habías pasado bomba, curioseando en la vida de tus amigos y conocidos, y que te gustaban las fotos que había puesto en tu perfil.
"Me están pidiendo amistad un montón de gente, me llegan mensajes por el correo electrónico, e incluso me llegan mensajes de ¡"hombres" desconocidos!"
Bueno, mamá, pues les dices que no y punto, no pasa nada, todos recibimos peticiones que no nos interesa contestar, pero...
"Que no, que no, que tu padre ya me ha dicho que nada de nada, que qué es esto que un "hombre" te pida amistad sin conocerte, que eso es una vergüenza y que no puede ser, y además tiene razón tu padre, que hay unos "hombres" que me piden amistad y yo no los conozco y..."
Y aquí acabó el paso de mi madre por Facebook. La borré por no provocar una crisis marital y porqué su nerviosismo iba en aumento.
Pues si, de las redes sociales que mi madre ha probado, decididamente se queda con Skype para ver a sus nietos del alma con la mayor frecuencia posible, y con el Whatsapp, para enviarme mensajes comunicativos, para recordar los cumpleaños familiares y para reenviar esas cadenas interminables que yo intento evitar.
Creo que mi madre debe tener en Facebook el récord de página que menos ha durado. Aunque nunca la han felicitado por eso;)
Jaja que gracia. Mi madre se abrió una cuenta con un nombre falso y así cotillea sin ser vista. Es que es una cotilla decuidado, pero muy celosa de su intimidad jaja. En fin las abus.
ResponderEliminarMe parece que esto de la cuenta falsa le va a encantar a mi madre;) porque me parece que tu madre y la mia son tal para cual;)
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