Vivo en Massachusetts.
Es primavera.
No llueve.
Las flores empiezan a salir y los árboles se tiñen de todos los colores.
Paseo por la calle.
El sol se muestra para taparse a los cinco minutos, para volver a salir a los diez minutos.
Llueve. Al cabo de cinco minutos ya no llueve.
Una mujer camina en dirección contraria a la mía, con lo cual nos vamos acercando. Nos sonreímos, ¡Que pase un buen día!
Vivo en Massachusetts.
Es verano.
No llueve.
El calor aprieta.
Paseo por la calle.
El sol se muestra en todo su esplendor, el cielo es azul, los pájaros cantan, los árboles están cubiertos de un verde intenso y la gente pasea por las calles con zapatillas de playa.
Una mujer camina en dirección contraria a la mía, con lo cual nos vamos acercando. Observo que lleva un paraguas para cubrirse del astro sol, ese astro que nos da la vida y mira tú por donde, ahora se nos dice que hay estudios indicando que sus rayos son perniciosos.
Vivo en Massachusetts.
Es otoño.
Llueve.
El viento osa levantar cuanto se interpone a su paso, ya sean papeles, hojas o gorros y bufandas.
Camino por la calle.
Una mujer camina en dirección contraria a la mía, con lo cual nos vamos acercando. Observo que lleva un paraguas para cubrirse de la lluvia, aunque el viento impide a la pobre señora que el paraguas la proteja las gotas, y el pobre e indefenso objeto inanimado cambia de múltiples formas en brazos de una mujer anonadada y totalmente empapada. Como yo.
Vivo en Massachusetts.
Es invierno.
Nieva.
Nieva.
Nieva.
Nieva.
Corro por la calle.
Mis pasos son agigantados intentando no meter las botas de nieve muy dentro de la nieve que cubre una buena porción de la acera.
Gracias quitanieves por permitir circular a la gente de Massachusetts.
Una mujer camina en dirección contraria a la mía, con lo cual nos vamos acercando. Observo que para cubrirse de la nieve, lleva gorro, bufanda, chaqueta, guantes, botas de nieve... ¿Quién necesita paraguas?
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