Nuestra vecina de nueve años practica soccer (fútbol) desde hace tiempo.
Mis hijos varones no practican soccer (fútbol).
En Estados Unidos, el fútbol tal y como lo conocemos en Europa es practicado ampliamente por la sección femenina, muy al contrario de lo que yo conocía en mi país.
Y no es un fútbol endeble ni mucho menos. Es un fútbol agresivo, competitivo, con grandes dosis de entrenamiento y de sacrificio por parte de las abnegadas jugadoras, que se toman el fútbol como un deporte muy en serio y en el que les encanta participar, competir, y ganar. La afición empieza a la edad temprana, y sigue hasta la entrada a la universidad, donde chicas de larga melena rubia recogida en una trenza persiguen como cosacas una pobre pelota hasta conseguir su objetivo, oséase, el preciado gol, que celebran con alegría infinita y desinhibición absoluta.
¿Quién ha dicho qué del sexo débil?
En mi país, los niños practican fútbol y las niñas gimnasia. Como mínimo una gran mayoría. Veo que mis amigas exhiben orgullosas fotos de sus retoños que ya no lo son, en disciplinas muy varoniles o muy femeninas. Todos contentos. Pero en Estados unidos, puedo comprobar que algunos deportes se practican en función del sexo (baseball y fútbol americano son practicados por más chicos que por chicas, mientras que el fútbol es una práctica muy común para chicas). Luego existen los deportes más individuales, como esgrima, karate, judo, tenis, donde la práctica es equitativa para ambos sexos, y donde los mejores no se distinguen por ser chicos o chicas, sino por el esfuerzo que presentan en la práctica de la actividad escogida.
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