El Servicio meteorológico anuncia para mañana un tiempo nublado y con viento. Pero estamos a finales de primavera, así que será un nublado ventoso templado. Vamos a la playa, con lo cual, aunque se prevé mal tiempo, pongo en una bolsa playera el biquini y unas toallas. En Boston ciudad está lloviendo, pero seguro que mejora en la playa. Recorriendo el corto trayecto que nos separa de Newbury Port, compruebo que el tiempo, lejos de mejorar, empeora por momentos. Y en qué medida. Llegando a nuestra meta, lo difícil es salir del coche, porque el frío (y tu salud mental) te aconsejan que te metas en el coche y vuelvas ipso facto por donde has venido. Los churumbeles no quieren ni poner una patita fuera del coche y mi trabajo me cuesta convencerles de que disfrutarán a montones en la playa.
¿Playa?¿Qué playa? Una niebla espesa cubre casi todo el horizonte. Pero el problema es que intentar divisar eso, el horizonte, es tarea ardua puesto que el viento te obliga a cerrar los ojos y la cara se semicongela. Los niños, una vez más, demuestran su valentía haciendo caso omiso del tiempo. Uno se pone a recoger tesoros escondidos en la arena y otro se dedica a jugar en unos columpios adyacentes a la orilla que ni la niebla ha conseguido borrar.
Al cabo de un rato de estar contemplando... perdón, de intentar contemplar alguna cosa parecida al agua que está pero que no se ve, decidimos aceptar lo obvio: hoy no era el mejor día para una excursión por la playa. Exhaustos y fracasados, decidimos hacer un alto en Rockport, un pequeño pueblecito marítimo con un par de calles comerciales que desembocan en unas rocas grandes tocando el mar y en las que los peques disfrutan cruzándolas. Y allí observamos atónitos una visión que aún hoy me cuesta digerir:
la gente de Massachusetts se pasea por las calles de este pueblo con pantalón corto, camisetas de tirantes y chancletas en los pies. Yo, que estoy usando todas las capas de ropa que he encontrado en la parte trasera del coche, no puedo salir de mi asombro al contemplar estupefacta que a los habitantes de Massachusetts les importa tres pepinos el tiempo que indica el servicio meteorológico. La lógica que usan es la siguiente:
- Ayer fue un dia muy muy caluroso;
- Hoy es el día después de un día caluroso;
- Hoy es fin de semana;
- Hoy es un día cercano al verano, a finales de primavera.
Por lo tanto:
- Vamos a la playa,
- Vamos a la playa,
- Vamos a la playa.
- Hace calor,
- Hace calor,
- Hace calor.
- Me visto con mi ropa de verano,
- puesto que es tiempo de calor y
- no me importa lo más mínimo que haga o no calor: hoy toca calor, sol y playa.
¿Qué falta calor y sol? Pues bueno, se van a la playa sin importar el tiempo.
Y así, mi familia se pasea con tejanos y chaqueta por Rockport, mientras nos rodea una multitud de gente vestida de playa que no parece pasar ni la mitad del frío que nosotros estamos pasando.
¡A ver si será verdad la teoría de un amigo mío que me decía que el frío y el calor están en la mente!
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