Era hace tiempo ya. Acabábamos de aterrizar en tierras americanas, y paseábamos medio despistados por las calles de una pequeña gran ciudad. De pronto, una mujer que también circulaba por la calle, pero en sentido contrario a nosotros, me mira a la cara, sonriente, y me dice:
I like your shoes!
Yo no supe qué contestarle y continué transitando por la calle. Pero para mis adentros pensé que qué quería esa mujer, porqué se dirigía a mi sin conocerme, y cómo osaba criticar, aunque fuera positivamente, alguna pieza de mi vestuario.
Como el tiempo todo lo pone en su lugar, he aprendido a familiarizarme con este tipo de expresiones espontáneas. Una sonrisa mientras cruzo la calle, o un saludo cuando camino por unos de los pasillos de mi lugar de trabajo. Sin conocernos de nada. Siendo la primera vez que intercambiamos miradas. Una alusión positiva del día, del tiempo, del jersey que llevo puesto, o de los pendientes que he estrenado.
Los americanos son amables, afables diría yo, y, poco a poco, he ido absorbiendo esa amabilidad hasta convertirla en un poco mía.
Hoy mismo, me he sorprendido, diciendo a una mujer sentada en un banco de un pasillo:
I like your shoes!
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