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Casi me atraganto con el Peek week

Lunes mediodía. Después de una mañana ajetreada, me preparo un almuerzo demasiado calórico y me siento en el comedor para empezar a degustarlo delante de la tablet (algo que mis hijos tienen prohibido). Al cabo de un rato, me acuerdo que esta semana es el Peek Week, con lo cual abro el email del director de la escuela de mis peques para apuntarme los horarios en los que acudiré a ver a mis hijos haciendo volteretas.
Vamos a ver... el peque tiene una sesión el jueves por la mañana y el viernes, con lo cual acudiré el jueves.... el mayor tiene una sesión...¡HACE QUINCE MINUTOS QUE HA EMPEZADOOOOOOOO!¡Y a la siguiente no puedo ir tampoco pues trabajo!!!!!! Y aquí si, consigo batir mi propio récord de velocidad:

- Abro la boca al descubrir que estoy llegando tarde.
- Cierro la boca y me levanto de la silla.
- Me pongo las botas y me ato (más o menos) los cordones.
- Cojo el bolso y me pongo la chaqueta (al mismo tiempo, con lo cual me hago un embrollo).
- Abro la puerta del coche.
- Entro en el coche, cojo la llave del coche y lo pongo en marcha.
- Me voy volando hacia el cole de mis niños.
- Tengo unos deseos incontrolables de tocar la bocina a la mujer que conduce delante mío pero me reprimo, puesto que los americanos son bastante más educados, con lo cual intento sacar algún taco de mi boquita de alelí, para descubrir acto seguido que la tengo llena de la comida hipercalórica que me estaba zampando un minuto antes tranquilamente en mi casa.
- Llego cerca del cole.
- Aparco el coche y me pongo a correr como una posesa.
- Hago caso omiso de las señales de tráfico al cruzar la calle, rezando para que no haya ningún agente de le ley remotamente cerca.
- Entro en el cole como una exhalación.
- Me dirijo al gimnasio.
- y allí, mientras recupero el aliento que parece que me falta y continuo masticando...¿qué diantre estaba yo masticando??, veo una hilera de padres sentados teléfonos en mano, grabando orgullosos las proezas de sus hijos.
Una mamá, al verme resoplar nada más llegar, me dice: "Tranquila, lo has conseguido, has llegado a tiempo."
Pues si, ya estoy dentro del gimnasio observando la sesión de Peek Week de mi mayor. 

¿Y en qué consiste el Peek Week?
Todos los alumnos de la escuela tienen dos horas de gimnasio semanales, separadas en sesiones de una hora cada una, dos días diferentes. Durante estas clases, el profesor de gimnasia les enseña disciplina, agilidad, esfuerzo y compañerismo. ¿Cómo? consiguiendo que los alumnos le hagan caso y sigan sus instrucciones; haciendo que se esfuercen para estirarse y doblarse, para saltar y hacer piruetas en el aire; ayudando a sus compañeros para alcanzar las anillas donde se colgarán para parecer monos ágiles.
El Peek Week es una demostración de lo que los niños han aprendido en estas sesiones de gimnasia.
Durante los veinte minutos que estoy sumergida en el mundo gimnástico de mis hijos (sin contar los diez supuestamente perdidos anteriormente), veo a unos niños que se lo pasan en grande corriendo de un lado a otro del gimnasio, cambiando de ejercicio continuamente o quedándose en el mismo ejercicio una y otra vez. Los niños se sienten seguros en este ambiente, sin miedo al que dirán, se ven distendidos y satisfechos.
Saltos, brincos, esfuerzos... los más atléticos y los más patosos mezclados entre un sinfín de colchonetas que amortiguan sus caídas mientras las canciones de moda van sonando sin parar. 
Fotos, videos y sonrisas de orgullo es lo que los padres hacemos contemplando boquiabiertos a nuestros hijos, aquellos bebés que aún no creemos que hayan crecido tan deprisa y que ya son capaces de encaramarse a una cuerda colgada del techo sin demasiado esfuerzo.
Los niños nos miran, nos saludan, nos observan mientras nosotros los observamos a ellos.
La música acaba. El profesor de gimnasia da unas órdenes y los niños las siguen al momento sin rechistar. Observo un compañerismo extraordinario, una voluntad de superación, un formar parte de un equipo, de un grupo. Veo a mi hijo feliz entre sus compañeros, haciendo piruetas que no sabía que podía practicar. 
A su señal, el profesor permite que los niños vayan hacia dónde están los papás, o abuelos o hermanitos que han ido a verlos, para darnos un abrazo fugaz. Yo abrazo a mi mayor con amor de madre, con orgullo y complacencia y él se deshace de mi abrazo demasiado largo para irse acto seguido con sus compañeros a continuar su trabajo en el cole, ya fuera de las instalaciones gimnásticas. Cansado y satisfecho. Cansada (¿qué tenía yo en la boca?) y satisfecha.

Al cabo de dos días, voy a ver el mismo ritual del pequeño. Su Peek Week. Su gimnasia, cumpliendo los mismos parámetros que su hermano mayor. Vuelvo a sentir el orgullo y pasión de madre que sentí dos días antes.

En las escuelas, es muy normal que se asignen días y horas para que los papás podamos contemplar el desarrollo de nuestros hijos en diferentes materias. Exposición de trabajos, semana de la ciencia, estudio de insectos, escritura de un libro... muchas de las actividades de nuestros peques se convierten en exposiciones a los que los padres acudimos solícitos, mientras ellos nos cuentan sus proezas. Los niños aprenden a hablar en público, a exponer sus ideas y lo que han encontrado en casa del señor Google, y los padres aprendemos a amarlos aún más si cabe, a descubrir lo que ellos son capaces de hacer y a admirar a esos profesores que con paciencia infinita sacan lo mejor de nuestros hijos en cada clase, en cada materia.




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