No, no soy la primera ni la última hija en descubrir que su madre, la abuela de mis hijos, es una adicta a las redes sociales.
Somos expatriados. Nuestra familia vive a miles de kilómetros de nosotros (o nosotros vivimos a miles de kilómetros de nuestra casa). La mera existencia de las redes sociales nos permite mantener un contacto que antaño estaba totalmente perdido. Palabras como Skype, Whatsapp, Facebook, Twitter, blog... no formaban parte ni del imaginario popular hace menos de diez años. Ahora se han convertido en la razón de la existencia para las abuelas y los abuelos que tienen a sus nietos lejos de sus hogares.
Mi madre, la abuela perfecta, la adorada de mis hijos, la que cocina la mejor sopa del mundo, empezó su marcha a través de las Redes Sociales con Skype. En nuestras primeras conexiones, era divertido (y demasiado estresante), observar a mi madre a través de la pantalla del ordenador, mientras la pobre mujer se peleaba con los iconos para que ella también nos viera por la pantalla, para que la escuchásemos y ella nos escuchara, para... para todo. Ahora ya llevamos muchas conexiones por Skype, que han conseguido que ambas aprendiéramos mejor cómo funciona esta red social, aunque siempre hay momentos de histeria o de desconexión (como mujer que soy, siempre daré la culpa de los fallos de nuestra comunicación a internet y a los programadores, mi madre y yo nunca tendremos la culpa de que en un momento determinado no hayamos podido comunicarnos).
Os relato un fragmento de nuestra conversación de anteayer:
Yo: "Mamá, no te veo."
La abuela: "Yo a ti si."
Yo: "Selecciona el icono con la cámara."
La abuela: "¿Qué es un icono? ¿Por qué no te veo? Cuqui, no te veo (ningún comentario sobre el nombre por el que mi madre me llama)."
Yo: "Hay un botón con un dibujo de una cámara, selecciónalo."
La abuela: "(gritando) ¡CUQUIIIIIIIII, NO TE VEO!!!!!¿SE HA ROTO EL ORDENADOR? Ah, espera, ¿éste botón? (como si yo pudiera ver su pantalla) ay, mira, hola! ¡Ahora te veo, finalmente!"
Después de estos primeros momentos demasiado comunes en la mayoría de nuestras conversaciones, empezamos el relato de nuestras vidas. Primero, las necrológicas.
La abuela: "Se ha muerto tal persona, ¿la conocías?
Yo: "No"
La abuela: "Si, era la madre de fulanita que vivió en el barrio cuando tu eras pequeña y..."
Yo: "Mamá, que es igual, que no la conozco...
Y así continuamos cinco, diez minutos o una hora, peleándonos, dándonos información cruzada, como si estuviéramos una enfrente de la otra sin informática de por medio.
Otro gran handicap del Skype es la conversación que la abuela espera de los nietos y la conversación real que éstos le dan. La abuela espera que los niños estén quietos, mirándola y conversando con ella, contestando a sus preguntas y que le digan que la echan de menos. Mis hijos (y me parece que los hijos de todos los expatriados en general), hacen la vertical, empiezan a dar brincos, se pelean, pasan totalmente de su abuela... y la pobre mujer queda extenuada y decepcionada al colgar. Aún recuerdo la cara de frustación de mi madre en el primer Skype con sus queridísimos nietecitos.
Normalmente, la madre (o sea yo), voy dictando a mis hijos lo que la abuela quiere oír:
Yo: "Decidle a la abuela que la quereis mucho)
Mis hijos: "..........."
Yo: "DECIDLE A LA ABUELA QUE LA QUEREIS MUCHO."
Mis hijos: "La quereis mucho."
Y así vamos pasando. Mis hijos contando por mi boquita de alelí lo que han aprendido en el cole, mientras ellos corren por la casa como si una araña gigante los persiguiera. La abuela preguntándoles cosas y yo contestando por mi boquita de alelí y gritando como una posesa para que estén quietos un minuto ¡un minutooooooooooo!
Aunque las conversaciones por Skype no son las conversaciones que uno espera con los niños, aunque yo me estreso al intentar que ellos hablen y mi madre escuche, agradezco infinitamente que exista esta herramienta que nos permite un contacto regular con nuestros familiares queridos.
El otro día pusimos el Skype con mi suegro dentro de la pantalla en la mesa del comedor. Nosotros desayunábamos mientras él cocinaba su comida. Fue una delicia, realmente, parecía que estuviéramos todos juntos comiendo. Y es que quien no se conforma es porque no quiere.
¡Qué gran invento eso de las redes sociales y de skype! Pensar que hace pocos años no existían, ni llevábamos móviles, el ordenador era un armatoste fijo en la mesa, etc etc.
ResponderEliminarSi, muy chulo y muy bueno para que los peques y los abuelos mantengan un buen contacto visual;)
EliminarHasta que no me fui a vivir fuera de España mis padres no sabían ni como encender un ordenador y ahora van con portátil, IPhone y Tablet de Apple. Y de las redes sociales ni te cuento.... ;)
ResponderEliminarEs increíble como pueden superarse los mayores para estar "cerca" de sus hijos y nietos;)
EliminarJajaaja, me ha hecho tanta gracia esa conversación sobre necrológicas,yo a mis padres los tengo solo a 250 km de donde vivo, pero vía teléfono tengo conversaciones similares con mi madre. Saludos.
ResponderEliminarHola! Con mi madre podemos empezar una conversación y lo más seguro es que mezclemos otras cincuenta, de modo que al cabo de media hora las dos nos preguntamos de qué estábamos hablando al principio. Y esto somos capaces de hacerlo cara a cara o por Skype, la distancia no nos lo impide;)
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