En mi infancia, las luciérnagas que recuerdo estaban en un cuento ilustrado por Constanza. Una niña conduciendo (ahora la habrían detenido), tenía un accidente y su coche impactaba contra un árbol (ahora dirían que es sexista (y seguramente tendrían razón)). Con el impacto, las luces del coche quedaban hechas añicos, y la pobre niña lloraba, puesto que se había quedado a oscuras en mitad de un bosque (en los cuentos actuales, seguramente un zombi se la comería, pero por aquél entonces esos seres maravillosos que copan los libros políticamente correctos de mis hijos aún no existían). En cambio, quienes sí aparecían eran una pequeñas luciérnagas que, voluntariamente, se ponían dentro de las luces y le permitían llegar a casa sana y salva (ahora diríamos que eso es violencia animal).
En mi juventud pude contemplar luciérnagas reales, pero no en muchas ocasiones. Recuerdo que las últimas las vi en Harlem, mientras regresábamos de un espectacular concierto.
Ahora, lo que puedo contemplar a menudo, cuando empiezo a trabajar muy temprano y el sol aún no ha salido, o cuando vuelvo con alguno de mis churumbeles a media tarde, ya convertida en negra noche, son las luciérnagas humanas. Gente que viaja en transporte público, pero que aún debe caminar un buen trozo para llegar a su residencia; ciclistas osados; personas que realizan encargos a pie. Todos, todos llevan consigo unas pequeñas lucecitas intermitentes la mayoría, para que los coches que circulan por la calle no los atropellen al no poder verlos. Ya sea en la maleta, en la parte de delante o de detrás de la chaqueta, o en el chasis de la bicicleta, mis luciérnagas humanas circulan por doquier, sin estar asustadas, pero sí precavidas ante cualquier eventualidad.
Hola amigos, este es mi testimonio. Hemos estado casados por 5 años y hemos estado juntos por 9 años. Estuvimos separados por 4 meses. Quiere salir y no está dispuesto a salvar nuestro matrimonio. Hemos sido una gran pareja (al menos yo creía esto) y discutimos raramente. Meses antes de irse de casa, estaba tan inactivo y dormía mucho. Me di cuenta de que estaba teniendo una aventura emocional con alguien y confirmó que se sentía atraído por ella. Luego dijo que ya no está enamorado de mí y que no puede vivir conmigo. Le rogué, lloré y así por meses. Necesitaba mucha ayuda y quería recuperar a mi esposo. Estaba navegando en Internet cuando vi el testimonio de una señora sobre cómo el Dr. Ajayi, el gran lanzador de hechizos que ayudó a curar los fibromas, pudo tener un hijo propio que a su vez restableció la paz en el hogar. ella deja caer su contacto y lo copié, al principio era escéptico acerca de contactar pero realmente necesito una solución duradera para mi problema, así que le envié un mensaje explicando mi situación, me dijo que estuviera tranquilo de que mi esposo vendrá si debía hacer lo que me ordenaba, hice todo lo que me dijo que hiciera y al cuarto día recibí un mensaje de disculpa de él diciendo que no sabía lo que le sucedió, esa noche regresó a casa y suplicó por todas sus malas acciones y desde entonces nuestro amor y matrimonio han sido más fuertes. Quiero agradecer especialmente al gran lanzador de hechizos Dr. Ajayi por su buen trabajo y por hacerme feliz de nuevo en la vida. Si tiene el mismo problema matrimonial o si tiene otros problemas que lo presionan, comuníquese hoy con el Dr. Ajayi por correo electrónico: Drajayi1990@gmail.com o número de Whatsapp: +2347084887094. Él es capaz de realizar cualquier tipo de hechizo que se te ocurra, soy un testimonio vivo.
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