Aunque mis compras para rellenar la nevera acostumbran a ser en el Market Basket, dónde la relación calidad-precio es más que aceptable para mi bolsillo, debo decir que me encanta ir de vez en cuando al trader Joe's de la esquina a comprar cualquier nimiedad.
Siempre salgo de buen humor de esta tienda, más pequeña que un supermercado normal, con menos opciones de compra y con productos más caros.
¿Por qué?
Es más acogedora.
Te da la bienvenida con flores naturales de todos los colores, y paseándote por entre sus estantes hueles a canela y a calor de hogar.
Hay muchos productos preparados, de diferentes culturas culinarias, preparados hasta el punto casi final, para que los humanos reticentes a cocinar realicemos el mínimo esfuerzo para poder degustar una comida sabrosa y sana, sólo calentándola en el horno o en el microondas. Sin ir más lejos, en casa somos fans de un pollo Tikka Massala precocinado, de unos rollitos de pasta de hojaldre con cebolla y bacon, y de un hummus espectacular.
Todo bien envuelto, bien preparado, apetecible a la vista y al tacto.
Cuando has llenado ya más de lo que necesitabas tu carrito de la compra, para pagar te espera una persona con camisa hawaiana y una sonrisa de oreja a oreja. Siempre con la sonrisa en los labios.
"Buenos días, ¿Ha encontrado todo lo que necesitaba hoy?"
Me pregunta la cajera, sonriendo.
"Lo que necesitaba y algo más"
Le contesto yo, devolviéndole la sonrisa.
Y salgo con mi bolsa de la compra, contenta, sabiendo que no puedo conseguir todos los productos que necesito para mi hogar, pero convencida que más pronto que tarde, volveré a pisar esta superfície de buen rollo.
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