Ir al contenido principal

Experiencias en la costa oeste: 12. San Francisco

Arriba y abajo, arriba y abajo, así puedo describir nuestros vaivenes en una de las ciudades, eso dicen, más bellas de la costa oeste de los Estados Unidos.
Después de que el padre de mis hijos organizara milimétricamente unas extraordinarias vacaciones en  diez parques naturales de la costa oeste, sin ningún fallo en su haber, habiendo cambiado cada día de alojamiento, disfrutado de las mejores vistas y las mejores excursiones con los espectáculos naturales más fantásticos del mundo, él me pidió que yo organizase las visitas a San Francisco, donde pasábamos los dos días con los que terminábamos nuestra aventura de la costa oeste.
Pero no me pidió que lo organizase milimétricamente. Y los dos sabíamos que yo no era él. Aún así, él se arriesgó y tuvo que atenerse a su decisión.
No consulté páginas web que contasen lo mejor que podíamos visitar en San Francisco, no, eso era demasiado fácil para mi menda. Lo que hice fué mandar un par de whattsapp a unos amigos que sabíamos habían visitado San Francisco con frecuencia, para preguntarles qué nos sugerían. 
Sausalito sin lugar a dudas. Pues nos dirigimos a Sausalito, un pueblo costero bonito, con tiendecitas artesanales cerca del mar, y unas barcas de colores que descansaban en la orilla. El viento, pero, era aturdidor. Decidí que caminásemos un poco hasta la salida del pueblo, para explorar sin consultar nada. Craso error. Llegamos a un pueblo fantasma donde fuimos los únicos habitantes durante el tiempo que estuvimos allí. Sólo escuchábamos el viento y lo que a mi me parecieron unos aullidos fantasmagóricos. Los peques se lo pasaban en grande persiguiéndose con unos palmones que habían recuperado del suelo, pero mi maravilloso marido empezaba a perder la paciencia por mi aventura desplanificada-a-lo-que-salga. Decidí que era mejor volver al centro de San Francisco, e ir al punto de información, pero yo tenía el móbil sin batería y mi marido sin cobertura. La cara de mi esposo no dejaba lugar a dudas. Estaba enfadado conmigo. Decidimos caminar para llegar al famoso puente de San Francisco, el Golden Gate, para tener cobertura, pedir un Uber lo más rápidamente posible, y olvidar este desafortunado episodio. Mi hijo pequeño decidió que quería cargar con una piedra que alguien había pintado y escrito una dirección para que se la enviásemos. Así pues, cansados y cargando exceso de peso, llegamos al puente. Llamamos a un Uber. El primero no vino a buscarnos. El segundo tampoco. La batería del teléfono de mi marido también se estaba agotando. Al final, a la tercera intentona, un chaval simpático de Uber nos recogió. Y nos contó que muy pocos Uber aceptan viajes de fuera de San Francisco hacia dentro, puesto que normalmente están dentro, y deben pagar peaje para salir y volver a entrar. Ya en el centro, corrimos al centro de información, yo sin mirar  ni por un nanosegunda la cara de mi marido.
Chinatown, el Exploratorium, Fisherman's Wharf, Pier 39, Union Square, y arriba y abajo, arriba y abajo. Disfrutamos y nos cansamos de lo lindo, subiendo y bajando por las empinadas calles de una ciudad que no es para ancianos, ni para gente con problemas de espalda. Comprobamos que la vestimenta incluso en verano debía complementarse con una chaquetita para unas temperaturas para nada calurosas.
Si, los parques naturales había merecido la pena. Y mucho. La organización había superado cualquier expectativa. 
Si, San Francisco fué la guinda de un viaje extraordinario, donde la organización brilló por mi ausencia. Tengo cualidades, aunque a veces es difícil de encontrármelas.

Dato útil: planificar merece la pena.
Dato curioso: no planificar es peligroso.



Comentarios

Entradas populares de este blog

De como el ratoncito conoció al elfo

"¡Mira, mamá!" me dice mi pequeño orgulloso, mostrándome una pequeña caja de plástico azul en forma de baúl. "¡El diente que se me movía se me ha caído durante la comida en el cole!". Pues veremos lo que te trae esta noche el Ratoncito Pérez. En casa, aunque en Massachusetts, intentamos mantener las tradiciones con las que hemos crecido mi marido y yo. En el caso de los dientes, a nuestros pequeños no los visita el hada de los dientes americana, la famosa Fairy Tooth . En nuestra casa aparece el Ratoncito Pérez, para traer algún pequeño regalito como intercambio del diente que descansa quietecito debajo de la almohada. Pero hoy mi pequeño me pide que yo misma hable con el Ratoncito Pérez y le pida un regalo inusual. "Mamá, yo quiero que el Ratoncito Pérez me traiga de regalo al Elf on the shelf ". ¿Cómo?¿Y ese quién es? Reconozco que lo he visto multitud de veces en multitud de tiendas por las que paseo para encontrar regalos innecesarios para gen...

La Biblioteca y mis razones

Biblioteca. Por definición, sitio repleto de libros. Escoges algunos que te gusten, te los dejan, los lees (o no) y debes devolverlos. Aquí en Massachusetts hay muchas bibliotecas y todas están muy bien. Acostumbran a ocupar un edificio amplio y antiguo. Las paredes interiores de este edificio, pues, tienden a estar llenísimas de estantes con libros de todas las medidas y colores. Además, estanterías también ocupadas por libros se encuentran en el centro, izquierda y derecha de susodicho espacio. La Newton Free library se ha convertido en un lugar que visitamos los niños y yo semanalmente. ¿Por qué? por variadas razones: Razón poderosa : tienen libros para todos los gustos y todas las edades. Si no tienen el libro que deseas, te lo piden y te avisan via email cuando puedes pasar a recogerlo. Razón golosa : tienen DVD's de películas para todos los gustos y todas las edades. Si no tienen el deseado, también puede hacerse lo indicado en la razón poderosa. Razón climát...

El camino de baldosas rojas

Como si de una Dorothy con zapatos de charol rojos cualquiera se tratase, los turistas de Boston no pueden dejar de visitar los lugares más emblemáticos de la ciudad siguiendo las baldosas rojas que empiezan en el Boston Common. Si en un principio se trataba de descifrar la ruta que Paul Revere siguió de noche, para alertar a los colonos que los británicos llegaban en tropel para atacarles, lo cierto es que estos adoquines te llevan a lugares históricos y emblemáticos de la ciudad. Entre otros lugares, podemos admirar el edificio del gobierno de Massachusetts; el cementerio donde está enterrado algún presidente de los Estados Unidos y algunos de sus familiares; la primera capilla anglicana; la escuela más antigua de América, la Boston Latin School; la casa de reunión del tea Party, dónde empezaron los discursos para conseguir la independencia americana; el sitio de la masacre de Boston; Faneuil Hall, reconvertida en un espléndido lugar para comer, pasear, y escuchar música en directo;...