Vivo en uno de los suburbios de Boston. En una de esas calles repletas de casitas con jardín, de vecinos que se saludan con la mano pero que no intiman, de buzones plantados en el césped y que parecen una casita para pequeños animalitos. Dicho lo cual, evidentemente es indispensable el uso de un automóbil para ir a cualquier sitio.
Por la mañana, muy tempranito, conduzco mi coche para dirigirme a mi lugar de trabajo. Paso entre hileras interminables de árboles que me saludan con sus ramas repletas de hojas verdes. Circulo por calles curvadas que desembocan en más calles repletas de meandros. Entro dentro de pueblos que están despertando al nuevo día.
Y observo a la fauna humana que conforma mi espacio particular, a lado y lado de la carretera:
- Animal en observación número 1:
El paseador de perros.
Dícese de un hombre que pasea dos o tres o cuatro perros a la vez. Oficio muy preciado, puesto que mucha gente tiene un perro en su casa y toda esta gente trabaja todo el día de sol a sol, con lo cual, el paseador de perros es un oficio en auge que permite cobrar unos dólares para pasear un rato, acompañado de perros y perritos deseosos de marcar territorio.
- Animal en observación número 2:
El maratoniano.
Esta es la fauna humana más numerosa de todas las que me encuentro por mi camino. Hombres, mujeres, mayores o jóvenes, con unas características comunes muy especiales:
. Su ropa es deportiva y sus pantalones son cortos, no importa si las temperaturas son de calor estratosférico o te hielan la sangre.
. Sus músculos están torneados y atléticos.
. Su rostro está concentrado en la actividad que están desarrollando, con lo cual miran atentamente hacia delante sin que nada distraiga su atención.
. La preparación es estricta, puesto que la disciplina es totalmente necesaria cuando te preparas un año entero para correr la maratón de Boston, que por ende es tu ciudad.
- Animal en observación número 3:
Los viejecitos.
Se diferencian del animal de observación número dos en todos y cada uno de los puntos:
. Su ropa es la que usan para la casa, añadiendo un abrigo cuando el tiempo te congela hasta las ideas.
. Los músculos no se dislumbran por ninguna parte del cuerpo. Bueno, a excepción de la cara, que imprime unas mejillas rosadas y una boca con medio sonrisa.
. Su rostro no está concentrado absolutamente en nada, con lo cual pueden caminar mirando hacia el suelo, el cielo o la tierra, y sus pensamientos pueden variar desde lo que ha comido para desayunar hasta lo que estará haciendo su bisnieta del alma.
. Su preparación es nula, con lo cual sus trayectos pueden diferir en varios centenares de pasos de un día al otro.
- Animal en observación número 4:
El trabajador.
Este cuarto animal observado, que también vislumbro a lado y lado de la carretera, tiene cara de sueño extremo, ninguna emoción en su mirada y está dentro de su utilitario para dirigirse a su trabajo habitual. Gira la cabeza hacia la derecha y hacia la izquierda, esperando el momento oportuno para incorporarse, junto con su coche, a la vía de circulación.
- Animal en observación número 5:
Animales no humanos.
Aunque no pertenecen a la fauna humana, quiero brindar un homenaje a todos los animales que me encuentro por mi camino cuando el sol está escalando el cielo para iluminarnos el nuevo día:
. ardillas
. liebres
. pavos
. patos
. gatos
y demás que sin percatarse que invaden nuestras vías de circulación, pasean holgazanamente cruzando las calles y provocando más de un freno brusco de último segundo.
Continuo a la busca del animal en observación número 6, y 7 y 8...
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