El frío en invierno es intenso en Massachusetts. Mi amiga chaqueta gruesa que me cubre casi hasta los pensamientos es una compañera imprescindible de diciembre a abril. Y salir de casa sin el gorro es una sinrazón. Pero la primavera acecha, el sol luce cada día más y parece que la nieve que ha cubierto de blanco todo nuestra paisaje se va derritiendo poco a poco para dejar brotar la hierba, alguna florecita y cubrir los árboles de unas hojas de colores surtidos que acaban en un verde profundo.
Vale, pues, ya llegados a este punto, amanece un día y compruebo que caminando por la calle con la chaqueta tengo calor. Pues me la saco. Y compruebo que el sol empieza a calentarme las mejillas, escucho algunos pájaros en el vecindario y observo una mosca que se ha colado en la cocina. Las hormigas también hacen su aparición, para deleite de mis hijos y para mi desesperación, puesto que no puedo asesinarlas cuando me las encuentro merodeando por la casa si mis churumbeles están cerca.
Los peques llegan de la escuela cansados y sudados, porque yo aún no me atrevo a quitarles el anorac para desplazarse hacia el cole. Hasta que llega un día que la evidencia es clara: el resto de niños va vestido con pantalones cortos y camiseta de manga corta. Vale, entendido, dejo que los míos (no sin recelo) empiecen la escuela menos abrigados.
Pues si, primavera va. Ha costado, pero finalmente ya la tenemos aquí.
Asi pues, empiezo a colocar en los estantes de arriba del armario todo la ropa de más abrigo, toda la que nos ha acompañado estos largos meses de invierno y que nos ha evitado morir congelados. Abrigos, chaquetas, bufandas, jerseys gruesos, ropa de esquí... todo lo ordeno para el año que viene. Y saco toda la ropa de verano: faldas de colores, vestidos sin mangas, vestidos cortos de estilo ibicenco de color blanco impoluto... todo lo plancho y lo dejo colgado listo para su uso diario. Mis niños ya visten sólo camisetas y pantalones cortos, las botas de invierno están guardadas y las zapatillas están destrozadas de tanto usarse, ya sea dentro o fuera de las instalaciones escolares. Incluso sin chaqueta fina nos atrevemos a salir a la calle, para escuchar la sinfonía del mundo animal que nos envuelve y el calor que nos arropa.
Vamos, que ha llegado la primavera en todo su esplendor.
¿Si?
¡Pues no!
Después de unos días de sol, calor y resurgir de insectos, llegan casi sin avisar otros días más oscuros, sin sol, con brisa o viento fuerte y temperaturas casi gélidas. Y vuelta a apropiarme de la ropa gruesa, de aquella que nos salva de las hipotermias. Y el día menos pensado, el sol luce otra vez, como indicando que aquí no ha pasado nada, para que nos relajemos y volvamos a nuestra ropa de colores y texturas finas.
Y otro día de lluvia y bajada de temperaturas.
Y al siguiente, otro de calor y de aire condicionado dentro del coche.
Y otro de frío con bufanda (aunque ya no es bufanda, es un foulard puesto que estamos a mayo y parece imposible que haga este tiempo).
Y así vamos pasando los días, los meses y las semanas.
Creo que los habitantes de Massachusetts estamos curados de todos los males que puedan acarrearnos los bichitos, porque les damos una de cal y otra de arena cada dos días a más tardar. ¿Que los bichitos vislumbran el sol? pues salen a la superficie pero ¡zas!, vuelve el mal tiempo y los mata de sopetón. ¿Algunos bichitos son resistentes al frío? pues ¡zas!, una ola de calor los derrite.
Y un día es cálido y el siguiente frío.
Y asi, como quien no quiere la cosa, la primavera ha acabado, pero no para los habitantes de estas tierras, quienes resisten estoicamente los envistes de una meteorología cambiante.
Estoy acostumbrada a ver mamás con chanclas llevando a sus hijos al cole, y al día siguiente van con botas de agua que les llegan a las rodillas.
Aburrido, lo que se dice aburrido no es, el tiempo en Massachusetts. ¿Predecible? Pues lo dicho. Tampoco.
Ese tiempo vienen muy bien para evitar plagas de bichos indeseables, mírale el lado bueno jajaja pero claro para vosotros es un rollo también. Nada, a estar pegados al parte meteorológico día sí y día también.
ResponderEliminarBesos
Pues si;) ahora está lloviendo a cántaros, y ayer el sol casi te derretía las ideas. Pero nos vamos acostumbrando a tener toda la ropa en el armario y a positivizar. ¿Tenemos buen tiempo? programamos alguna actividad al aire libre. ¿Mal tiempo? biblioteca, museos... la oferta es amplia y variada... Besos
EliminarJajajaja, por aquí es igual, lo mismo un día te asas vivo que al siguiente tienes que salir con la chaquetita y las botas de agua. Yo por si acaso no guardo nada, jeje. Un beso guapa.
ResponderEliminarJajajaja, por aquí es igual, lo mismo un día te asas vivo que al siguiente tienes que salir con la chaquetita y las botas de agua. Yo por si acaso no guardo nada, jeje. Un beso guapa.
ResponderEliminarAquí también hay una diferencia brutal entre la temperatura de un día soleado al exterior y un dia soleado en el interior.... de un supermercado!!!!!! Hoy con tejanos y camiseta manga corta me helaba paseando rápido por el super....ayyyyyyy. Besitos;)
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