Ir al contenido principal

El misterio del coche desaparecido

¡Caramba, qué tarde es ya!¡Hora de ir a buscar a mis pequeñajos al cole!¡Anda, está lloviendo! Nada, nada, voy en coche, no quiero mojarme ni que los dos pisen todos los charcos del camino de vuelta a casa. Las llaves,...entro en el garage...¡Dios mío!¿Dónde está el coche?¿Dónde está mi coche? Abro la puerta grande del garage ¿Quizás lo he dejado fuera a la intemperie? No, en el camino no hay ni coche ni nada, sólo las gotas de lluvia impactando contra el pavimento ya muy mojado. 
Bueno, tranquilidad ¿Tranquilidad?¡Pero si mi coche no está!¿Cómo puedo estar tranquila si ha desaparecido una cosa tan grande y que además no puede haberse ido por voluntad propia? Me lo han robado. ¡Es que me lo han robado! 

Llamo a mi marido:
Yo: "El coche no está en el garage."
Él: "Anda, pues es verdad, cuando llegué a casa ayer por la noche no estaba, quería preguntártelo pero cuando te vi ya se me había olvidado."
Yo: "... (puntos suspensivos indicando claramente que nunca entenderé (ni entiendo) la lógica masculina.)"
Yo, otra vez: "Me lo han robado ¿Crees que nos lo han robado?"
Él: "¿Tienes las llaves?"
Yo: "Si. ... (puntos suspensivos indicando que estoy esperando que dé con la solución, pero que por lo visto no encuentra."
Él: "... (puntos suspensivos que no tengo ni idea lo que significan.)"
Yo: "¿llamo a la policía?"
Él: "Cálmate, tranquila. Veamos, ¿Puede que lo hayas dejado aparcado en algún sitio?"
Yo: "¡Pero si siempre lo aparco en el garage! Bueno, te cuelgo que voy a recoger a los niños y se me hace tarde." 
Y yo pensando para mis adentros que qué morro tiene, al desconfiar de mi.
Y mi yo pensando por dentro si mi maridito tendrá razón. 

Total, que corro volando hacia la escuela, con el paraguas casi volando, pisando los charcos que me había prometido que no pisarían mis dos churumbeles. Aprisa, aprisa, que llego tarde. Voy corriendo por el camino que siempre recorremos, ya sea conduciendo (cuando se está haciendo tarde o estamos a -20º Celsius de temperatura), ya sea a pie (cuando las dos características anteriores no se cumplen). Estoy a punto de llegar al colegio, otros padres caminan delante mío en mi misma dirección. 
Y allí lo veo. Mal aparcado, justo en el punto exacto donde ayer lo dejé. Mi coche. Nadie lo había robado. Miro en su interior (quizá algunos vándalos me han robado el paquete de pañuelos de papel que se divisa desde la ventanilla. Pero no. Ni eso.) Todo bien. 
Y me viene a la memoria el porqué lo dejé allí abandonado. El día anterior conduje para llegar a la escuela a buscar a mis hijos (se cumplía la primera premisa: "se me había hecho tarde."). Aparqué el coche y a la salida del cole mis niños me preguntaron si podíamos quedarnos un rato jugando en el parque de al lado del cole. Realmente no hay muchas oportunidades climatológicas para disfrutar del exterior, con lo cual accedí a sus deseos, aunque yo me aburro como una ostra. Al cabo de casi una hora, les dije a mis niños que debíamos regresar a casa, que era tarde, que tenían deberes, que yo debía preparar la cena... conseguí que me hicieran caso al cabo de quince minutos y usando mi arma infalible: "Pues yo me voy a casa, acordaos de nuestra dirección para venir." Esta frase los asusta, pero me parece que están empezando a comprobar que voy de farol. Y lentamente, hablando, jugando, yo dándoles prisa, ellos parándose a contemplar todos los gusanos dispersos en la acera o colgados de los árboles, nos dirigimos a casa. A pie. Como cada día. Como casi cada día. Y abro la puerta de casa, entramos y empezamos con la rutina de cada día.
Y mi coche esperándonos a la intemperie, pacientemente, toda la noche, toda la mañana siguiente y casi toda la tarde. 

Llamo a mi marido, con un hilo de voz:
Yo: "ejem... estaba aparcado en la acera al lado del cole. No me acordé que lo había dejado allí."
Él: "Vale, pues. Me alegro, todo solucionado."
Y yo pensando para mis adentros que no quiero pensar en lo que él estará pensando.
Y el coche aparcado en casita, otra vez.
Misterio solucionado. ¡Buffff!



Comentarios

  1. jajajaja Me muero! me pasa eso y te digo que me muero de verdad! si es que antes mi marido no me mata antes! ... jajajaja.
    Muy muy grande. De las mejores anécdotas que he leído últimamente!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no veas la cara que puse yo cuando vi mi coche aparcado en la calle... y la vocecita con la que llamé a mi marido para decirle que él tenía razón... aunque no con esas palabras;)

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. ja ja ja.....que graciosa y cuanto me recuerdas a mi. He llegado al punto de que cuando voy a un centro comercial y lo aparco le hago una foto para despues saber donde lo he dejado. Que bien, darme cuenta de que hay mas personas como yo, me hace sentir normal. Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bien descubrir que no soy la única a la que le suceden estas cosas extrañas... y divertidas cuando han pasado;)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

De como el ratoncito conoció al elfo

"¡Mira, mamá!" me dice mi pequeño orgulloso, mostrándome una pequeña caja de plástico azul en forma de baúl. "¡El diente que se me movía se me ha caído durante la comida en el cole!". Pues veremos lo que te trae esta noche el Ratoncito Pérez. En casa, aunque en Massachusetts, intentamos mantener las tradiciones con las que hemos crecido mi marido y yo. En el caso de los dientes, a nuestros pequeños no los visita el hada de los dientes americana, la famosa Fairy Tooth . En nuestra casa aparece el Ratoncito Pérez, para traer algún pequeño regalito como intercambio del diente que descansa quietecito debajo de la almohada. Pero hoy mi pequeño me pide que yo misma hable con el Ratoncito Pérez y le pida un regalo inusual. "Mamá, yo quiero que el Ratoncito Pérez me traiga de regalo al Elf on the shelf ". ¿Cómo?¿Y ese quién es? Reconozco que lo he visto multitud de veces en multitud de tiendas por las que paseo para encontrar regalos innecesarios para gen...

La Biblioteca y mis razones

Biblioteca. Por definición, sitio repleto de libros. Escoges algunos que te gusten, te los dejan, los lees (o no) y debes devolverlos. Aquí en Massachusetts hay muchas bibliotecas y todas están muy bien. Acostumbran a ocupar un edificio amplio y antiguo. Las paredes interiores de este edificio, pues, tienden a estar llenísimas de estantes con libros de todas las medidas y colores. Además, estanterías también ocupadas por libros se encuentran en el centro, izquierda y derecha de susodicho espacio. La Newton Free library se ha convertido en un lugar que visitamos los niños y yo semanalmente. ¿Por qué? por variadas razones: Razón poderosa : tienen libros para todos los gustos y todas las edades. Si no tienen el libro que deseas, te lo piden y te avisan via email cuando puedes pasar a recogerlo. Razón golosa : tienen DVD's de películas para todos los gustos y todas las edades. Si no tienen el deseado, también puede hacerse lo indicado en la razón poderosa. Razón climát...

El camino de baldosas rojas

Como si de una Dorothy con zapatos de charol rojos cualquiera se tratase, los turistas de Boston no pueden dejar de visitar los lugares más emblemáticos de la ciudad siguiendo las baldosas rojas que empiezan en el Boston Common. Si en un principio se trataba de descifrar la ruta que Paul Revere siguió de noche, para alertar a los colonos que los británicos llegaban en tropel para atacarles, lo cierto es que estos adoquines te llevan a lugares históricos y emblemáticos de la ciudad. Entre otros lugares, podemos admirar el edificio del gobierno de Massachusetts; el cementerio donde está enterrado algún presidente de los Estados Unidos y algunos de sus familiares; la primera capilla anglicana; la escuela más antigua de América, la Boston Latin School; la casa de reunión del tea Party, dónde empezaron los discursos para conseguir la independencia americana; el sitio de la masacre de Boston; Faneuil Hall, reconvertida en un espléndido lugar para comer, pasear, y escuchar música en directo;...