Si existiese un juego con el cual adivinar la época del año según los zapatos que lleva la gente, en Massachusetts se fallaría estripitosamente. He visto gente con chancletas (lo que aquí se llama flip-flops) caminando por la nieve, he comprobado como gran cantidad de gente se persona en el supermercado con las zapatillas de andar por casa, he asumido que los zapatos de tacón son peligrosos en cualquier época del año, y he admirado unas botas altas que no sabría clasificar para ninguna época.
Hoy estamos en primavera, o mejor dicho, en lo que debería ser primavera, pero que en realidad son unas semanas frías con algún día caluroso intercalado. Dirigiéndome al trabajo, he podido ver una chica con zapatillas de andar por casa, una mujer muy mayor con deportivas, una joven esbelta con unas botas interminables, una mujer con botas de piel de borrego, un chico con chancletas y yo misma, con merceditas.
El primer ño que pasé aquí, después de uno de los peores inviernos que recuerdan la gente del lugar, el primer día de calor yo, ni corta ni perezosa, cambié la ropa de invierno por la de verano, en el armario. Al día siguiente, tuve que repetir la acción en sentido contrario. Y el siguiente vuelta a deshacer.
En Massachusetts el tiempo es impredecible. Las nubes y el sol se suceden a velocidad vertiginosa, el cielo se tiñe de los colores más variopintos, y la gente del lugar, se pone, en cualquier época del año, los zapatos que les da la gana. Como tiene que ser.
Comentarios
Publicar un comentario