Ir al contenido principal

Cartas de gracias

Antes de vivir en Massachusetts, cuando alguien me hacía un favor, o nos invitaban a una cena o a un aniversario, cuando me dejaban un libro o cuando me felicitaban por mi cumpleaños, yo daba las gracias.
Gracias. Diciéndolo con la boca. Claro y simple. gracias.
Pero desde que estoy en Massachusetts, las gracias las recibo a través del correo postal, e incluso he aprendido a dar las gracias del mismo modo. 
En las entradas de cualquier Target que se precie, hay un gran espacio dedicado a las tarjetas que sirven para dar las gracias o para felicitar a la gente. Así pues, encontramos multitud de tarjetas para:
- felicitar a una persona de la família (abuelas, abuelos, padres, maridos e hijos, amigos, e incluso vecinos);
- felicitar por una boda o un nacimiento;
- desear una pronta recuperación de alguna enfermedad;
- dar las gracias por todo lo que se pueda ocurrir:
* gracias por asistir a la fiesta de aniversario de mi hijo
* gracias por dejarme un libro
* gracias por el regalo de cumpleaños
* gracias por la invitación a una cena
* gracias
* gracias
y así, cuando se acerca alguna celebración especial, me dirijo al Target y contemplo las tarjetas que usaré para felicitar, para agradecer o para simplemente mandar mi amor a mis seres queridos. 
Reconozco que estas tarjetas son más lucidas que mis gracias de antaño, aunque aún estoy dudando de la efectividad total, aparte de la solamente comercial.


Comentarios

Entradas populares de este blog

De como el ratoncito conoció al elfo

"¡Mira, mamá!" me dice mi pequeño orgulloso, mostrándome una pequeña caja de plástico azul en forma de baúl. "¡El diente que se me movía se me ha caído durante la comida en el cole!". Pues veremos lo que te trae esta noche el Ratoncito Pérez. En casa, aunque en Massachusetts, intentamos mantener las tradiciones con las que hemos crecido mi marido y yo. En el caso de los dientes, a nuestros pequeños no los visita el hada de los dientes americana, la famosa Fairy Tooth . En nuestra casa aparece el Ratoncito Pérez, para traer algún pequeño regalito como intercambio del diente que descansa quietecito debajo de la almohada. Pero hoy mi pequeño me pide que yo misma hable con el Ratoncito Pérez y le pida un regalo inusual. "Mamá, yo quiero que el Ratoncito Pérez me traiga de regalo al Elf on the shelf ". ¿Cómo?¿Y ese quién es? Reconozco que lo he visto multitud de veces en multitud de tiendas por las que paseo para encontrar regalos innecesarios para gen...

Positivizando

He decidido publicar un listado de cosas que me gustan de Massachusetts.  Me encantaría saber si alguien comparte alguno de los puntos que ahora mismito menciono, dondequiera que sea el trocito de mundo donde vive. Y se me ha ocurrido lanzar la campaña "POSITIVÍZATE", para que todos contemos aspectos negativos de donde vivimos, pero en plan positivo. Seguro que encontramos muchas situaciones que en principio no son chulas, pero a las que conseguimos darle la vuelta y disfrutarlas. ¡Atrévete! Aquí van las mías: - En países calurosos, poco después de hacer la compra y ponerla en la parte de atrás del coche, debes correr para que los alimentos congelados (entiéndase pizzas, guisantes y helados) no se descongelen. Aquí en Massachusetts, con el frío que tenemos, después de la compra podría ir a dar una vuelta, recoger a los niños, irme al trabajo, pararme en un Starbucks y, al llegar a casa, la comida congelada continuaría estando congelada . Creo que esto es una p...

Luciérnagas humanas

En mi infancia, las luciérnagas que recuerdo estaban en un cuento ilustrado por Constanza. Una niña conduciendo (ahora la habrían detenido), tenía un accidente y su coche impactaba contra un árbol (ahora dirían que es sexista (y seguramente tendrían razón)). Con el impacto, las luces del coche quedaban hechas añicos, y la pobre niña lloraba, puesto que se había quedado a oscuras en mitad de un bosque (en los cuentos actuales, seguramente un zombi se la comería, pero por aquél entonces esos seres maravillosos que copan los libros políticamente correctos de mis hijos aún no existían). En cambio, quienes sí aparecían eran una pequeñas luciérnagas que, voluntariamente, se ponían dentro de las luces y le permitían llegar a casa sana y salva (ahora diríamos que eso es violencia animal). En mi juventud pude contemplar luciérnagas reales, pero no en muchas ocasiones. Recuerdo que las últimas las vi en Harlem, mientras regresábamos de un espectacular concierto. Ahora, lo que puedo contempl...