Comida con americanos
¿Excusa para comer con amigos americanos? un partido de la Superbowl.
Los amigos americanos llegan con sus hijos media hora antes del partido. Traen una ensalada y una botella de vino. Los papás hablamos, mientras los churumbeles están cerca de nosotros entretenidos con algo que ponen en la tele. Los mayores empezamos a preparar la comida, que es bastante frugal. Aparte de la ensalada, unas hamburguesas, un pan para envolver la carne y una salsa que sobresalga por todos los lados. Estos son los manjares preferidos de la reunión en cuestión. Una cerveza para algunos y una coca-cola para otros. Una cerveza, no más de una. El pequeñajo del grupo reclama la atención de su papá, con lo que este se desplaza hacia donde está el niño lloriqueando y se queda con el grupo de niños viendo la televisión. Cenamos todos juntos, mientras empieza el partido. Las hamburguesas desaparecen y en la primera media parte los papás americanos nos comentan que deben irse, puesto que es tarde, el peque de la casa debe dormir y el mayor... pues también.
Los saludamos desde la puerta, mientras se alejan de nuestra casa y nosotros nos quedamos un poco boquiabiertos, con demasiadas hamburguesas de sobra en la nevera y sentándonos de nuevo en el sofá para ver un partido del que no entiendo ni mu pero que es vivo espectáculo de sonido y luz.
Comida con expatriados
¿Excusa para comer con amigos expatriados? ninguna. O muchas. Ganas de pasar un rato juntos y echarnos unas risas. ¿Que hay fútbol en la tele? Pues mira qué bien.
Los expatriados llegamos tarde, sea cual sea la hora en la que hayamos quedado. Al llegar a la casa, los niños se pierden de nuestra vista, van a jugar al parque de al lado, en una de las habitaciones, o dentro del lavabo. Entran en el comedor para que les hagamos un nudo a unos globos de agua que no queremos saber dónde acabaran pero deseando que sea fuera del recinto llamado hogar. Los mayores abrimos unas cervezas, un vino blanco y un vino negro, y cada cual se sirve o es servido de manera informal y amena. La cocina se convierte en centro de operaciones y de argumentaciones adultas, comentando cualquier incidencia de los pasados días o intentando comprender una sociedad que nos acoge y que es tan diferente a nuestras costumbres.
Una de las mamás grita a los niños ¡la comida está en la mesaaaa! Y al cabo de cinco segundos aparecen los peques, desde varios puntos que no teníamos controlados y se sientan alrededor de la mesa mientras el papá anfitrión les sirve un arroz que es para chuparse los dedos. Un pollo (mejor pata que pechuga (aún son jóvenes)) es devorado en un abrir y cerrar de ojos y se levantan de la mesa para volver a sus super mega importante actividades que los papás prefieren no saber. Los papás vamos dando vueltas de la cocina a la mesa, siempre con una copa de vino o una botella de cerveza en la mano, mientras ayudamos a la anfitriona a poner la mesa para los adultos. Una ensalada y un pollo (aquí si ya el sector masculino prefiere pecho) hacen las delicias mientras se ameniza la comida con risas, charlas interminables, gritos y derroche de alegría. Los churumbeles entran por la puerta, mojados como patos sin haber llovido y se ponen delante del televisor para ver una película de dibujos animados. El volumen está a tope con lo cual los papás gritamos a pleno pulmón para argumentar lo que en ese momento estemos defendiendo. A una de las mamás se le ocurre pedir a los peques que bajen el volumen, con lo cual los mayores podemos escucharnos y continuar con nuestra animada charla.
Después de la comida, el tiempo ha volado y ya es hora para la cena. Unas tortillas, un pan con tomate y queso son nuestra cena, que comemos ávidamente mientras comprobamos que nuestros pequeñajos también han comido y están cada vez más cansados delante de la pantalla del televisor. Al cabo de un rato, cuando el sol hace ya siglos que duerme y la luna nos vigila, una de las mamás comenta que es tarde y deben irse. Los anfitriones nos abrazan (si, de esos abrazos mediterráneos que te llegan al alma y te cortan la respiración) y nos despedimos hasta la próxima, con una sonrisa en los labios y la satisfacción de haber pasado un buen día.
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