Tengo por costumbre no descolgar el teléfono de números desconocidos, porque hay mucha publicidad que intenta venderte cualquier ganga a mitad de precio, pero hoy estaba desprevenida y he descolgado. Aquí va la transcripción traducida (versión mía sui generis, por supuesto):
Voz de muchacha alegre y decidida: "Buenos días, le llamamos para informarle que acaba de ganar un crucero DE LUJO gratis para tres personas, con todos los gastos pagados. Lo único que necesitamos de usted a cambio es que hable bien de dicho crucero con sus familiares y amigos. Supongo que es una oferta que no querrá rechazar, ¿Verdad?
Yo: No estoy interesada.
Voz de muchacha alegre y decidida: ¡Perfecto! Pues déjeme darle la enhorabuena por su participación en esta maravilla. Voy a hacerle unas preguntas para ver si califica para dicho premio.
Yo: Lo siento, no estoy interesada en este ni en ningún tipo de premio y....
Voz de muchacha alegre y decidida: Entienda que este es un premio único para usted, porque se lo ha ganado y...
Yo (para mis adentros): Pues yo sólo veo dos posibilidades. La primera es que hayan puesto a una chica sorda para comunicar un premio cojonudo, y así evitarse los gritos de euforia de todos los ganadores. La segunda opción es que hayan colocado una máquina que va repitiendo unos mensajes, dando por supuesto que los receptores son gilipollas y recibirán con entusiasmo el premio, celebrándolo con alegría infinita. Me decanto por la segunda opción, aunque parecía una voz tan real y bonita, que hasta me hubiera gustado, poder ser amiga de la susodicha.
Continúo escuchando su verborrea incesante unos segunditos más, para no ser descortés, e intentar colocar, entre sus líneas, mi negativa a recibir un premio de un crucero de lujo sin yo haber participado jamás de los jamases en ninguna rifa. Pues no, la muchachita de marras no calla y yo, con todo el dolor de mi corazón, sin poder despedirme de la voz celestial, aunque demasiado acelerada, aprieto el botón rojo de mi teléfono.
Y sintiéndome una Vivien Leigh cualquiera, alzo el puño el cielo, y, con voz hollywoodiense, juro a quien pueda escucharme que nunca más volveré a descolgar el teléfono de un número desconocido.
Comentarios
Publicar un comentario