Ir al contenido principal

De la Tralla a Barnes and Noble

Soy una lectora insaciable. Ya desde pequeñita, me escondía en los sitios más recónditos de casa para poder leer todos los libros que a mi me gustaban. Mi padre me regañaba por no ayudar a mi madre y mi madre me regañaba por no obedecer a papá. Sea como fuera, yo hacía caso omiso a sus advertencias y siempre que podía cogía un libro y me lo zampaba como quien se zampa un bocadillo de jamón serrano.
Uno de mis lugares predilectos de mi pequeño mundo era, como no, la librería más popular de la ciudad. Se llamaba la Tralla. Era un placer para mi vista deambular sin prisa entre las mesas y estantes repletos de libros. Al abrir la puerta de la entrada de una vieja casa, en una calle que habían construido los romanos, ya me encontraba una mesa grande repleta de las novedades del momento. Libros en catalán y castellano que contaban historias inverosímiles o casi creíbles. Novelas de ficción o incluso crónicas de otra época que no había sido mejor. Recuerdo tomar uno de los libros entre mis manos, girarlo y leer el pedacito de escrito que contenía las frases correctas para enganchar a un lector cualquiera. Volvía a dejar el libro en su pila y cogía el libro de al lado, para leer también la parte de atrás. Repetía este proceso repetidas veces. El libro que yo consideraba más interesante lo guardaba en mi regazo y volvía a repetir el ritual. Caminaba sin cansancio por las estancias de esta librería singular, siempre maravillándome por la cantidad de libros que había y la cantidad de libros que a mi me apetecía leer. Al final, con mi regazo lleno de libros, debía decidir cual de ellos me quedaba y cuales debía dejar otra vez en su lugar original. Tarea harto difícil, puesto que si hubiera podido, todos habrían caído en mi poder. 
Recuerdo estas visitas a la Tralla como uno de los mágicos momentos que colmaron mi existencia durante la adolescencia y postadolescencia.
Al cabo de unos cuantos años y a casi siete mil quilómetros de donde la Tralla está ubicada, he podido repetir este ritual en la librería Barnes and Noble, una franquicia americana con una de sus tiendas demasiado cerca de mi casa actual en Massachusetts. Aquí en Barnes and Noble mantengo el mismo ritual, salvo por las siguientes diferencias:
- Antes de adentrarme en el mundo de los libros, me dirijo al Starbucks de al lado para recoger mi café con leche (hot grande latte) y poder deambular entre los estantes y las mesas repletas de libros de este gran espacio sorbiendo lentamente un café con leche muy caliente, sin prisas. 
- El ritual de antaño lo repito pero con libros para mi así como con libros para mis hijos, también grandes lectores y aficionados a esconderse de su madre para que ésta no les riña por estar leyendo y no haciendo sus deberes.
Tempus fugit.


Comentarios

Entradas populares de este blog

De como el ratoncito conoció al elfo

"¡Mira, mamá!" me dice mi pequeño orgulloso, mostrándome una pequeña caja de plástico azul en forma de baúl. "¡El diente que se me movía se me ha caído durante la comida en el cole!". Pues veremos lo que te trae esta noche el Ratoncito Pérez. En casa, aunque en Massachusetts, intentamos mantener las tradiciones con las que hemos crecido mi marido y yo. En el caso de los dientes, a nuestros pequeños no los visita el hada de los dientes americana, la famosa Fairy Tooth . En nuestra casa aparece el Ratoncito Pérez, para traer algún pequeño regalito como intercambio del diente que descansa quietecito debajo de la almohada. Pero hoy mi pequeño me pide que yo misma hable con el Ratoncito Pérez y le pida un regalo inusual. "Mamá, yo quiero que el Ratoncito Pérez me traiga de regalo al Elf on the shelf ". ¿Cómo?¿Y ese quién es? Reconozco que lo he visto multitud de veces en multitud de tiendas por las que paseo para encontrar regalos innecesarios para gen...

Positivizando

He decidido publicar un listado de cosas que me gustan de Massachusetts.  Me encantaría saber si alguien comparte alguno de los puntos que ahora mismito menciono, dondequiera que sea el trocito de mundo donde vive. Y se me ha ocurrido lanzar la campaña "POSITIVÍZATE", para que todos contemos aspectos negativos de donde vivimos, pero en plan positivo. Seguro que encontramos muchas situaciones que en principio no son chulas, pero a las que conseguimos darle la vuelta y disfrutarlas. ¡Atrévete! Aquí van las mías: - En países calurosos, poco después de hacer la compra y ponerla en la parte de atrás del coche, debes correr para que los alimentos congelados (entiéndase pizzas, guisantes y helados) no se descongelen. Aquí en Massachusetts, con el frío que tenemos, después de la compra podría ir a dar una vuelta, recoger a los niños, irme al trabajo, pararme en un Starbucks y, al llegar a casa, la comida congelada continuaría estando congelada . Creo que esto es una p...

Luciérnagas humanas

En mi infancia, las luciérnagas que recuerdo estaban en un cuento ilustrado por Constanza. Una niña conduciendo (ahora la habrían detenido), tenía un accidente y su coche impactaba contra un árbol (ahora dirían que es sexista (y seguramente tendrían razón)). Con el impacto, las luces del coche quedaban hechas añicos, y la pobre niña lloraba, puesto que se había quedado a oscuras en mitad de un bosque (en los cuentos actuales, seguramente un zombi se la comería, pero por aquél entonces esos seres maravillosos que copan los libros políticamente correctos de mis hijos aún no existían). En cambio, quienes sí aparecían eran una pequeñas luciérnagas que, voluntariamente, se ponían dentro de las luces y le permitían llegar a casa sana y salva (ahora diríamos que eso es violencia animal). En mi juventud pude contemplar luciérnagas reales, pero no en muchas ocasiones. Recuerdo que las últimas las vi en Harlem, mientras regresábamos de un espectacular concierto. Ahora, lo que puedo contempl...