Estamos desayunando. Mis pequeñuelos no tan pequeños comiendo su ración diaria de pan de molde con Nutella y su leche con cacao (aquí llamada Trumoo). Y de repente, la idea asalta mi cabeza: "Pero hijo, ¡si hoy vas al Zoo de excursión! El Zoo Franklin se llama el zoo de Boston, ¿verdad? Tenemos que preparar todo enseguida!" Mi hijo, contento de pronto por la notícia, me mira con cara de asombro, y yo sé que piensa "suerte que tengo una mamá como la mía, que se acuerda de todas las fechas importantes!". Y yo, orgullosísima por la mirada que me envía y orgullosísima de mi misma por ser un calendario ambulante, le preparo un snack y una comida para chuparse los dedos (dícese de un bocadillo de jamón y queso, galletitas, yogur y una manzana cortada a gajos y envasada en bolsa de plástico). Le preparo todo lo que considero que él necesita para pasar un día en el zoo: - le embadurno hasta las orejas de protector solar (si, en Massachusetts a mediados de setie...